Bendito sea el fuego de tu cuerpo
que prende hogueras para caldear
el mío aterido y yerto.
Benditas tus manos que saben
dibujar en mi cintura
filigranas de pasión ardorosa.
Benditos tus ojos que me iluminan,
mientras resbalan por mi piel,
con la luz del deseo recién nacido.
Benditos tus labios que besan
cada centímetro de mi,
preparando mi cuerpo para el amor.
Bendita tu lengua que humedece
mis ganas de ti,
mi loco afán de entrega.
Bendito tu cuerpo todo,
que sabe tomar posesión del mío
como si por siempre le hubiera pertenecido.
Bendito seas tú por entre todos,
cuando entras en mi,
cuando me miras profundo
mientras taladras de deseo
mis entrañas que arden,
provocando erupciones de volcán
en mi interior que no sentía,
que no vivía, que estaba dormido.
Y benditos los dos así unidos,
abrazados más allá del mundo,
perdidos, fundidos, enamorados.
Cuando tu rio ansioso se vierte
en el pozo profundo que llevaba
en mi interior escondido,
desatando las tormentas de pasión
que dejarán el lecho mojado,
por el agua de nuestro amor vertido.
Carmen
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario