viernes, 15 de julio de 2022

EL CUERPO




Había dejado de ser José Perea en el mismo instante en el que el cuchillo de su asesino se había hundido en su pecho para convertirse tan sólo en eso… “El cuerpo “.

Aquella mañana, inusualmente cálida del mes de junio, la Comandancia de la Guardia Civil, había recibido el aviso de un cuerpo encontrado en el monte.

El cuerpo, según certificó el forense rato después, se encontraba decúbito supino lateral izquierdo y la causa de la muerte había sido, obviamente, el puñal clavado en su pecho.

Así mismo, el forense dictaminó que el cuerpo pertenecía a un hombre de raza caucásica, de unos cuarenta años, sin más señales de lucha en su cuerpo que la que le causó el óbito, por lo que se deducía que su asesino le había pillado por sorpresa y que la muerte había sido causada por un cuchillo de grandes dimensiones que le había partido de un golpe certero el esternón, incrustándose en el corazón y provocándole la muerte instantáneamente.

Dicho aquello, el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadaver y la Guardia Civil procedió a trasladar el cuerpo al anatómico forense.

En el anatómico, ante la falta de una identificación que les dijera quién era el cadaver, le etiquetaron oficialmente como: “cuerpo Nº3715 - Desconocido; quedando así registrado a la espera de ser identificado posteriormente.

Pasados los días, como nadie preguntó por él ni pudieron identificar a aquel pobre hombre y como además, el cuerpo comenzaba ya a cantar por soleares, se procedió a enterrarle en el cementerio del pueblo discretamente.

En la sencilla sepultura, una más sencilla identificación aún, la de aquella etiqueta colgada del dedo gordo de su pie izquierdo que le pusieron en la morgue: “Cuerpo Nº3715 - Desconocido”.

Y así fue como José Perea pasó a ser “el cuerpo” para posteriormente, tan sólo ser el número de un desconocido en una estadística más.



Carmen

(15 de julio del 2022)



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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo







lunes, 11 de julio de 2022

LA TRINCHERA



La noche está especialmente oscura.

Negra, como su futuro,piensa.

Hoy ni siquiera se ve el brillo apagado de las estrellas. Un cielo encapotado, de luto,

cubre sus cabezas.  

La noche está negra y silenciosa.

Mal presagio. 

Una calma tensa donde no suenan los disparos enemigos; tan solo, algún lamento lastimero de vez en cuando. Han amontonado los cadaveres al fondo de la trinchera. Padres, hijos, hermanos. Da igual, algunos son apenas niños que murieron sin llegar a comprender el por qué de esta cruenta guerra.

Hace frío.

Hace un rato que dejó de llover pero ahora, un viento helado les pega los uniformes al cuerpo como una segunda piel helándoles hasta los huesos.

Un compañero prende un cigarrillo sosteniéndolo en su mano ahuecada para no delatarse con el brillo de la brasa. Otro compañero sostiene una foto apretándola contra su pecho. Tiene la mirada perdida más allá del ciego infinito. 

En algún lugar inconcluso se escucha un sollozo. Otro llama quedamente a su madre, pero él tan sólo atina a rezar en silencio.  

Reza por ver un día más.

Reza porque no nieve esa noche.

Reza por los compañeros muertos.

Reza por su familia perdida.

Reza por los compañeros que aún le quedan.

Reza por comprender todo aquel vano sufrimiento.

Pero sobre todo, reza porque termine de una vez la guerra.

De repente suenan las alarmas. Todos saltan fusil en mano, todos menos él, que se queda paralizado.

Presiente qué va a pasar…

Gritos, disparos cruzados, cuerpos que caen a su lado.

Silencio…

El zumbido del obús sobre sus cabezas.

Todo estalla…

Todo se vuelve rojo y negro en un segundo

Y luego…

Luego todo termina y con el fin del sufrimiento, llega la nada.

Pequeños copos de nieve se desprenden de las nubes negras. Un manto helado va cubriendo aquella incongruencia.


Carmen

(11 de julio del 2022)



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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo


miércoles, 6 de julio de 2022

BÚSCAME...


Allá donde me busques,
me hallarás.
Allá donde mires,
me veras.
Estoy en cada rayo de luna
y cada guiño de sol.
En el viento que eriza tu pelo
y en la calma serena
que aquieta las olas del mar.
Estoy en la más pequeña flor
que nace en tu jardín
y estoy en el canto,
sutilmente alegre de los pájaros
que te cuentan,
aunque tu no lo sepas,
lo mucho que yo hubiera dado por ti.
Allá estaré,
siempre mi alma 
prendida de ti.
Callada, 
en silencio,
invisible...
Como casi siempre
que estaba junto a ti.
Allí estaré...
En un rayito de luna,
en el guiño del sol al amanecer,
en el viento audaz,
en el arrullo de las olas,
en la flor,
en el canto de las aves
que te recordarán que siempre,
no importa que no me veas,
no importa dónde estés...
 que siempre,
siempre estaré junto a ti.



Carmen

(6 de julio del 2022)


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