domingo, 22 de septiembre de 2019

EN MIS NOCHES...


EN MIS NOCHES...

"En mis noches caben todos los sueños, los que me conectan a la tierra y los que me elevan al cielo."


Carmen-Drisana

(22 de septiembre del 2019)


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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo

viernes, 20 de septiembre de 2019

EL AGUJERO


EL AGUJERO

Como cada mañana, camino de la escuela, las tres niñas pasaban junto a la gran casona cuyas desconchadas pareces y desvencijadas ventanas gritaban, más que hablaban, de la decadente ruina en la que la habían dejado caer.

Lejos quedaba ya en la memoria de los lugareños el tronío y rancio abolengo de sus moradores. El lujo de las grandes celebraciones que allí se daban era conocido y reconocido no sólo en los alrededores y pueblos cercanos, sino que en ocasiones, su fama llegó hasta la mismísima capital del reino atrayendo a alguno de los más renombrados nobles.

En el pueblo aún quedaba algún que otro anciano que animado por la invitación a un chato o dos de vino en la taberna, se animaba a contarte la aciaga historia de aquella casona y la de la noble familia que la habitaba hacia ya casi medio siglo atrás.

Los Palacio Soler, eran gente poderosa que sin ser de la nobleza ni poseer título nobiliario alguno, poseían una de las mayores fortunas del país, lo que les permitía codearse con lo mas granado de la sociedad de aquel entonces sin desmerecer ni un ápice. Corrían multitud de historias sobre el modo en el que los Palacio Soler habían reunido tan cuantiosa fortuna y poder. Unos aseguraban que su fortuna fue lograda allende los mares, que tenían explotaciones de caucho por Brasil trabajadas por pobres esclavos y que incluso traficaban con esos pobres seres humanos como si fuesen ganado. Otros decían que la fortuna les había llegado hacia mucho de parte de un tío lejano que emigro a Sudáfrica y tenia minas de oro y diamantes, las cuales a su muerte habían heredado.

La imaginación es libre para inventar mil y una historias, pero lo que en esta importa en realidad es el final, el triste final que tuvo aquella familia y que es el principio y el fin de mi historia.

Como quiera que fuese y sin importar de donde habían sacado tanto como poseían, el mayor tesoro de la familia era su única y adorada hija. Elvira era una joven llena de inocencia y con una belleza fuera de lo común que tuvo la mala idea de fijarse en un joven del pueblo, más pobre que las ratas, del cual se enamoró perdidamente siendo correspondida con la misma fuerza por él.

Cuando el padre de Elvira descubrió aquello, montó en cólera y encerró a la joven en su habitación bajo siete llaves. Puso rejas en las ventanas, apostó a dos de sus hombres de confianza junto a la puerta del cuarto con la orden de no dejar pasar a nadie y mucho menos de dejarla salir. Buscó al joven enamorado y con sus propias manos de dio fin y cuando la joven se enteró de lo sucedido, se quitó la vida.

A partir de ahí, el destino de la familia Palacios Soler entró en una debacle de infinita desolación. La madre murió poco tiempo después que su hija de pura tristeza y el padre dilapidó su inmensa fortuna en pocos años. Agobiado por la culpa y las deudas terminó ahorcándose en el salón de la casona después de haber maldecido el lugar y asegurar que su alma no descansaría hasta no llevarse con él alguna alma inocente que le acompañara por toda la eternidad. 

Y es aquí donde las tres niñas del inicio entran en juego. Tres niñas que entretienen sus ratos de ocio imaginando historias de princesas y palacios llenos de lujo. Tres niñas que cada día pasan por la calle que ocupa la desvencijada casona camino del colegio. Tres niñas y un agujero que las últimas lluvias del pasado invierno abrieron en sus muros y por el cual las niñas observan el interior de la casa sumido en un polvoriento ensueño.

Mañana tras mañana, el agujero parecía esperar el paso de las niñas. Se abría en la pared como una boca desdentada y hambrienta, semioculto tras una mata de hiedra que pugnaba por trepar la pared de piedras casi lisas por el desgaste del tiempo; agazapado, como pretendiendo que nadie lo viera. Al principio de aparecer, era un simple agujerito por el que apenas podían las niñas acercar uno de sus ojos y tratar de ver a través del polvo y las tinieblas del interior. Imaginando así la cantidad de tesoros ocultos que aquellas paredes guardaban. Después, poco a poco, día a día, como si fueran cogiendo confianza, el agujero fue haciéndose más y más grande y el ojo dio paso a las caras, mas tarde a las cabezas, después medio cuerpo y ahí pareció parar el avance del agujero.

Las niñas vivían con excitación la llegada de los días y el trayecto de cada mañana a la escuela. Durante el recreo, se sentaban juntas bajo el gran manzano y sus conversaciones giraban en torno a la casa y su leyenda. La llegada del verano y las vacaciones escolares pareció enfriar en las niñas aquella especie de ensoñación.

Pasó el verano y con el inició de septiembre volvieron la rutina diaria y las clases. Al principio del curso, las tres niñas parecían haber olvidado la existencia del agujero, pero una mañana de finales de septiembre, al pasar junto a la casona, un soplo de aire gélido les agitó la falda de sus vestidos asustándolas.

Las tres detuvieron sus pasos y se encararon con la pared de la casona. ¡Allí estaba el agujero y ahora era más grande que nunca!

Aquello era una invitación a entrar en toda regla y las niñas sin pensarlo más, dejaron sus carteras escolares junto a la pared y una tras otra, desaparecieron en la profundidad de las tinieblas de la vieja casona.

En un pueblo pequeño como lo era aquel, la desaparición de uno de sus niños no pasaba desapercibida durante mucho tiempo, así que, imaginaros la caótica función que origino la desaparición de las tres niñas. Se formaron patrullas vecinales que recorrían las calles gritando los nombres de las niñas. Se las buscó en graneros y pajares, en campos y huertos y hasta en los pozos mas alejados sin resultado alguno. Encontraron las carteras con los libros y los lápices intactos junto a la casona, pero allí no había nada más. No vieron agujero alguno en las paredes de la casa y las puertas y ventanas de la misma, pese a la herrumbre y el aspecto raído que presentaban, seguían cerradas.

La llegada de la noche paralizó la búsqueda de las niñas. Todos los vecinos consolaban a los padres de las desaparecidas asegurándoles que la llegada del alba traería buenas nuevas sin ninguna duda.

Y así fue.

Rayando el alba, un enorme y atronador estruendo despertó al pueblo entero, que asustado salió de sus casas preguntándose unos a otros que había sido aquello.

A medió camino entre la iglesia y la escuela, una enorme polvareda se alzaba hacia el cielo y hacia allí se encaminaron los lugareños. La gran casona ya no existía, se había derrumbado sobre sus cimientos y tan sólo quedaba de ella un inmenso solar cubierto de escombros. Los allí reunidos  miraban pasmados lo sucedido, sin dar crédito a lo que sus ojos veían, sin acertar a decir lo que pensaban. Sólo eran capaces de mirarse los unos a los otros mientras mantenían una conversación muda, gritándose unos a otros en silencio lo que sospechaban. 

Cuando el polvo menguó y todo parecía haber recobrado nuevamente la calma, una sombra se irguió en el mismo centro de la derrumbada casa y un sonido, parecido a una risa macabra, retumbó por todas partes helando la sangre de las pobres personas que allí se encontraban.

Terminó septiembre y pasaron octubre y noviembre como un ensueño. Cada día, más habitantes del pueblo decidían abandonarlo, incapaces de soportar el recuerdo de lo ocurrido. Incapaces de olvidar a las tres niñas. Incapaces de olvidar la maldición de aquel mal hombre. Y cuando llegó Navidad, nadie quedaba ya para tocar las campanas que anunciaban el divino nacimiento del Salvador, porque en verdad, allí ya no quedaba alma alguna que debiera ser salvada.


Carmen

(21 de septiembre del 2019)


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domingo, 8 de septiembre de 2019

EU SEI QUE VOU TE AMAR


EU SEI QUE VOU TE AMAR

"E cada verso meu será
pra te dizer
que eu sei que vou te amar
por toda a minha vida."

DESOLACIÓN


DESOLACIÓN

¡Y fue mi anochecer en pleno día,
y el dolor, con su mano despiadada,
partió mi corazón como una espada
ahogando la ilusión en la sangría...!

¡Y perdí la noción de la armonía,
y hasta mi firme anhelo de belleza
cayó desorientado en la tristeza
de la noche sin luz de mi agonía...!

Al resto de mi fe pedí su egina,
y a la voz suplicante de la vida
permaneció la fe impasible y muda;

y de la fe impasible al torpe agravio,
derramó su veneno sobre el labio
la copa aterradora de la duda...!



Federico Bermudez y Ortega*



_________________

*Federico Bermúdez Ortega fue un poeta, periodista y profesor. Nació el 29 de septiembre de 1884 y falleció el 3 de abril de 1921 en San Pedro de Macorís (República Dominicana). 

Hijo del abogado y escritor Luis Arturo Bermúdez, quien tuvo a cargo su educación inicial, y Carmen Ortega. Desde muy joven mostró su patriotismo al formar parte del ejército que acompañó al General Demetrio Rodríguez cuando éste comandó las tropas jimenistas que penetraron a Santo Domingo desde la región Noroeste del país en 1903. 

Combatió, por medio de la oratoria y la poesía, la primera intervención militar norteamericana al territorio nacional. Fundó, junto con Felipe Martínez, la primera escuela primaria petromacorisana. Ocupó las posiciones de Regidor y Secretario del Ayuntamiento de San Pedro de Macorís, Secretario de la Intendencia de Educación de la zona Este de la República y Presidente del Ateneo de Macorís. Su principal guía espiritual y maestro literario fue el distinguido poeta Gastón Fernando Deligne, de quien recibió orientación permanente. Colaboró con las principales publicaciones de su época, entre ellas: La Cuna de América; Renacimiento; Letras; Su poemario Los humildes situó entre los pioneros de la poesía social en la República Dominicana y como el más notable poeta político de la segunda mitad del siglo XX. Al momento de su muerte tenía 36 años de edad. Su muerte prematura a causa del abuso del alcohol, impidió el desarrollo de su obra.


EL SILENCIO TAMBIÉN GRITA


EL SILENCIO TAMBIÉN GRITA

Tu silencio fue el grito más atronador que desgarró mis sentidos. Partió en dos mi corazón y dejó mi alma a la intemperie, a merced de los vientos más fríos. 

Tu silencio me hablo tan alto, que paralizo mis pasos en el camino y aturdida, aterida, herida, rota la fe y borrado mi espíritu en la reverberación silenciosa de ese aciago destino, no atino aún ni me determino a encontrarle sentido a esta sin razón en la que me he perdido.

Tu silencio fue tan cruel, tan injusto, tan certero al cumplir tu desatino, que nunca más volveré a confiar en las palabras que prometen y se pierden después en el olvido.

El silencio... Tu silencio... 

El silencio me grito alto y claro lo que podía esperar de alguien que jamás se ha querido ni ha querido.



Carmen

(8 de septiembre del 2019)



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viernes, 6 de septiembre de 2019

IN MEMORIAM -- Mago de Oz



IN MEMORIAM
Mago de Oz

De latir se cansó su corazón
De tanto llorar, su risa naufragó
De tanto buscar un gran amor de amarse a ella un día se olvidó
Su camino nunca encontró
Quedaba tanto por andar, que ella decidió volar


Y se marchó, para encontrar la sonrisa que perdió
Y se durmió para dejar ya de llorar
Y se marchó, quiso volar, ahora es brisa, ahora es paz
Y se marchó, y ahora tiene un nuevo hogar: la eternidad


De tanto esperar se impacientó
De tanto sufrir su mirada se apagó
Su caminó nunca encontró
Quedaba tanto por andar, que ella decidió volar


Y se marchó para encontrar la sonrisa que perdió
Y se durmió para dejar ya de llorar
Y se marchó, quiso volar, ahora es brisa, ahora es paz
Y se marchó, y ahora tiene un nuevo hogar


Hoy te escribo y te pido perdón si no te ayudé a vivir
Pues sabes que encontré otro amor
Y ella es todo lo que soy


Y se marchó para encontrar la sonrisa que perdió
Y se durmió para dejar ya de llorar
Y se marchó, quiso volar, ahora es brisa, ahora es paz
Y se marchó, y ahora tiene un nuevo hogar: la eternidad


Lereleleleleleleleleleleeee
Leleleleleeee
Lelelelelelelelelelelelelee
Leee leee leee leeee



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In memoriam... 

En este fatídico día de septiembre
en el que por siempre quedará
el recuerdo de lo que nunca muere.


Carmen


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