"SIEMPRE EXISTE EN EL MUNDO UNA PERSONA QUE ESPERA A OTRA."
Entonces fue como si el tiempo se parase y el alma del mundo surgiese con toda su fuerza ante él. Cuando vio sus ojos negros, sus labios indecisos entre una sonrisa y un silencio, él entendió la parte más importante y la mas sabia del lenguaje que todo el mundo hablaba y que todas las personas de la tierra eran capaces de entender en sus corazones. Y esto se llamaba amor, algo más antiguo que los hombres y que el propio desierto, y que sin embargo resurgía siempre con la misma fuerza doquier que dos pares de ojos delante de un pozo.
Los labios finalmente decidieron ofrecer una sonrisa y aquello era una señal, la señal que él espero sin saberlo durante tanto tiempo en su vida, que había buscado en las ovejas y en los libros, en los cristales y en el silencio del desierto.
Allí estaba el puro lenguaje del mundo, sin explicaciones, porque el universo no necesitaba explicaciones para continuar su camino en el espacio sin fin. Todo lo que el muchacho entendía en aquel momento es que estaba delante de la mujer de su vida y sin ninguna necesidad de palabras, ella debía saberlo también.
Estaba más seguro de esto que de cualquier cosa en el mundo, aunque sus padres y los padres de sus padres dijeran que era necesario salir, simpatizar, prometerse, conocer bien a la persona y tener dinero antes de casarse.
Los que decían esto quizás jamás hubiesen conocido el lenguaje universal, porque cuando nos sumergimos en él, es fácil entender que siempre existe en el mundo una persona que espera a otra, sea en el medio del desierto, sea en el medio de una gran ciudad. Y cuando estas personas se cruzan y sus ojos se encuentran, todo el pasado y todo el futuro pierde completamente su importancia y solo existe aquel momento y aquella certeza increíble de que todas las cosas debajo del sol fueron escritas por la misma mano.
La mano que despierta al amor y que hizo un alma gemela para cada persona que trabaja, descansa y busca tesoros debajo del sol. Porque sin esto no habría ningún sentido para los sueños de la raza humana.
Luis Eduardo Aute murió hoy, 4 de abril del 2020, a los 76 años en un hospital madrileño.
Músico, poeta, pintor, escultor y director de cine español, fue uno de cantautores más representativos de España. Autor de grandes éxitos. Sus canciones siempre destacaron por la sensibilidad y sensualidad de sus letras, así como por sus críticas sociales.
Nacido en Manila de padre español y madre filipina en 1943 se traslada a mediados de los cincuenta a España estableciéndose en Madrid, donde comienza su interés por el arte.
Se inició musicalmente como guitarrista de los grupos Los Tigres, Los Pekeniques y Los Sonor, hasta que, con 17 años, debutó como cantautor en el programa de TVE Salto a la fama. Aunque su faceta pictórica es menos conocida, la desarrolló también desde muy temprano y en 1960 expuso por primera vez sus cuadros en la Galería Alcón de Madrid. En 1966, con 23 años, Aute se decidió a entrar en el estudio de grabación.
Su primer álbum se tituló “Diálogos de Rodrigo y Jimena” e incluyó canciones como “Rosas en el mar” y “Aleluya nº1”, que ya había hecho populares previamente Massiel. En 1968 sacó al mercado “24 canciones breves” y durante la década de los 70 grabó siete discos. A “Rito” (1973) le siguieron “Espuma” (1974), “Babel” (1975) y “Forgesound” (1976), con temas escritos por Jesús Munárriz y la colaboración de Forges, Rosa León y Teddy Bautista. “Sarcófago” (1977) cerró la trilogía de amor y muerte, junto con “Rito” y “Espuma”; y después llegaron “Albanta” (1978) y “De par en par” (1979).
“Albalanta” supuso un giro en su carrera e incluyó la célebre “Al alba” que Aute había compuesto años antes inspirado por los últimos fusilamientos franquistas. La primera en cantarla fue Rosa León, que la dedicó en sus conciertos a los condenados a muerte. Su producción de los 80 la plasmó en los trabajos “Alma” (1980), último de la trilogía sobre amor y vida, junto con “Albanta” y “De par en par”; “Fuga” (1982); y el doble “Entre amigos” (1983), que fue Premio Nacional del Disco. Le siguieron “Cuerpo a cuerpo” (1984); “Nudo” (1985), último de la trilogía de canciones de amor y locura (con “Fuga” y “Cuerpo a cuerpo”); el doble “20 canciones de amor y un poema desesperado” (1986); el doble “Templo” (1987) y “Segundos fuera” (1989).
En la década de los 90 nacieron “¡Ufff!” (1991), el Disco de Oro “Slowly” (1992), el doble realizado en una gira con Silvio Rodríguez “Mano a mano” (1993), “Animal Uno” (1995), “Alevosía” (1995) y el doble “Aire/Invisible” (1998). Con el cambio de siglo publicó “Alas y balas” (2002) y al año siguiente comenzó una nueva grabación de todas sus canciones, de la que se han editado hasta el momento tres volúmenes dobles bajo el título “Autorretratos” (Sony).
En marzo de 2007 publicó el disco “A día de hoy”, con canciones inéditas y dos años después, sacó a la venta “Memorable cuerpo”, un recopilatorio con los mejores temas de sus cuatro décadas como músico. En 2010 editó “Intemperie”, de nuevo con canciones inéditas, y dos años después, “El niño que miraba el mar”, un disco con doce temas nuevos que venía acompañado de un DVD con la película “El niño y el basilisco”, dibujada y realizada por el propio autor a partir de una fotografía de su infancia. Ese mismo año colaboró con María Dolores Pradera en su disco “Gracias a vosotros”, interpretando a dúo el bolero “Caminemos”.
Aute defendía que la vida es un continuo aprendizaje, que estamos de tránsito y que cuando llega la muerte solo queda lo que uno ha hecho en la vida.
***Información extraída de: https://www.lavanguardia.com/
Por mi parte y como homenaje a este mi cantautor preferido, yo quiero compartir en mi espacio tres de sus canciones: