Agónica locura,
llanto y suplicio,
velados ruegos.
Pasión desatada por
la locura sin freno
de tu voz y tu aliento.
Roce de manos
despertando velados y
encontrados sentimientos.
Espera ansiosa
del después que vendrá
amordazado y pleno
entre estertores de muerte
que elevan al cielo
mismo los cuerpos.
Placer del dolor
entre agonía y fuego,
la dulce sensación
de saberme tuya,
tuya más allá de
impensados sueños.
Átame a ti,
cubre mi cuerpo
con el manto
de tus oscuros sueños,
que yo sabré hallar
la dicha en la entrega
de mi sed por tu deseo.
Carmen
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