Y de repente,
el silencio se convirtió
en el ruido atronador
de mil campanitas
repicando a la vez.
Y cada tañido
llevaba impresa
la impronta de tu nombre,
que se volvía latido
en mi pecho
y en mi ser.
Y entonces,
fue mi sangre
bramando en
potente torrente
bajo la fina esencia
de mi piel.
Perdido el pudor,
mi voz te nombra
rompiendo el silencio,
te pide que calmes,
con el arrullo de tu boca,
esta insaciable sed.
Carmen
(2 de agosto del 2021)
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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