A LA SOMBRA DE UNA VELA
Nunca prendió en los demás ningún fuego importante. Pasó frente al mundo sólo siendo una llamita oscilante con pretensiones de hoguera. Jamás obtuvo ninguna cosecha de su siembra muda, tan sólo quizás algún atisbo de mirada ciega posada en el agotar continuo e inexorable de la cera de su cuerpo que iba derritiendo con el tiempo su firmeza, consumiendo sus sueños, acabando con la luz de su mirada y sabiendo poco a poco que su destino era quedar completamente fría y ciega.
Fue ese el motivo que la llevó a sentarse frente al espejo, a la sombra de esa vela. Allí dejó pasar el tiempo, prolongó los minutos, absorbió todas las penas que amenazaban con asaltarle los ojos y cuando apenas restaba un halito de cera, se dispuso a ser humo perfumado de iglesia.
Y se apagó... se apagó dejando la asombra de su cuerpo reflejada en el espejo de la eterna espera...
Carmen ©
*** Rescatado de mi otro blog
Aunque suponga que se apague, ella siempre tendrá la luz de su belleza interior, y esa llama es la que ilumina su Ser. Precioso poema dulce alma mia, como todo lo que crea tu pluma T.A.I- D'Ard
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