ARREPENTIMIENTO
No podía perdonarse el dolor que le había causado ni podía comprender el por qué había actuado con ella de aquella manera tan cruel. En su soledad, se preguntaba una y otra vez qué le había impulsado a rechazar el amor que ella le brindo siempre y qué le había empujado a humillarla de tantas maneras para que al final, después de tensar tanto la cuerda de su perdón, ella se hubiera alejado de él sin mirar atrás.
Cada día nuevo significaba una tortura para él. Ya no podía sentir aquella ternura ni el calor del amor con el que ella le cubría cada amanecer. Su presencia en sus días se había convertido en su misma vida y ahora, la carencia de sus palabras de aliento, de su inocencia, de su esencia pura rodeándole el alma, le hacían desfallecer.
Cada minuto, cada hora, las personas que le rodeaban, eran como un agujero negro que se tragaba toda su energia dejándole indefenso y perdido. La eternidad, ya no significaba nada sin su presencia, no tenía ya sentido para él.
Quizás, si se atreviera a decirle... Si fuera capaz de contarle... Pero no, se sentía tan sucio después de tantas mentiras... Se sabía tan cobarde, que no se atrevería a decirle lo arrepentido que estaba de haberla expulsado de su lado de aquella manera tan cruel.
Y mientras él no se atrevía a decirle que aún la amaba, que nunca dejaría de amarla, ella se alejaba más y más de él.
Carmen
(6 de junio del 2018)
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"Omnia mea mecum porto"
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