Imagen de Nanne Tiggelman en Pixabay
Cuando sus caminos se cruzaron ella creyó que había encontrado el verdadero amor. Le sentía tan cercano, tan igual a ella, que pensó que era su alma gemela a pesar de que algo en su interior le susurraba que no. Le amó tanto que nada le negó. Le dio su alma y le brindo su corazón, aunque eso, a él, jamás le importó. Lloró tanto que sus ojos se secaron, su sonrisa se heló y aun así, le perdono mil veces y otras mil veces de nuevo le creyó.
Tantas veces herida de muerte por la daga de su desamor, que de repente se convirtió en piedra a la que nadie daña, a la que nada ni nadie hiere, la que no ama, la que no cree y mucho menos cree ya en el amor.
Ya no llora por que no siente ni pena por amor. Entendió que quien la miente no la miente a ella porque nunca le creyó. Se miente a si mismo aunque se sienta el ganador.
Carmen
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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