jueves, 12 de abril de 2018

ENCUENTRO BAJO LA LLUVIA

"Dos bajo la lluvia"
Fotografía de:
Gretta​ ​Penélope​ ​Hernández​ ​Ayala


ENCUENTRO BAJO LA LLUVIA


Llueve...

¡... Dios, cómo llueve!

¿Quién me habrá mandado a mi salir de casa con la que está cayendo? Sin duda, debo de estar más loca de lo que pienso o más desesperada, que también pudiera ser. Lo cierto es que ya no aguantaba más eso de estar atrapada entre cuatro paredes.

Necesitaba salir.

Sí, eso es, necesitaba sentir el viento en mi cara. Las gotitas heladas de la lluvia arrastrando mis lágrimas hasta borrar  todo rastro de tristeza en mi. Pero esto...

¡... Esto es demasiado!

¡... Dios, cómo llueve!

¡A este paso, nos saldrán aletas como a los peces! Lleva días, semanas ya sin parar de llover. A lo mejor de esta, hasta aprendo a nadar. Mira que se me ocurren tonterías esta mañana; seguramente mi mente trata de evadirse de tanto problema que cargo acuestas. Y esta soledad  que enfría mi alma...

Pero bueno... Y a todo esto... ¿Dónde estoy?

¡No puedo creerme que me haya perdido! Si es que no se donde deje hoy la cabeza.

¡Madre mía...! ¿Y ahora por donde tiro? No veo a nadie a quien preguntar y tampoco pasa ningún taxis por esta calle. En fin, seguiré andando y ya veremos donde me llevan mis pasos. Por algo dicen que todas las calles conducen a la plaza ¿o no? ¿O tal vez era... Todos los caminos conducen a Roma?

No creo que en mis circunstancias y con este diluvio cayendo el final del camino o de la calle tenga demasiada importancia, la verdad. Tomaré por esa calleja a ver que pasa. Sí, giraré en esa esquina...

¡Hala! ¿Es que no puede mirar por donde va?

¡Mira que ir a darme de bruces con este tipo!

¡Madre mía... Madre mía! 

¡Cómo esta el gachó! ¡Y esos ojos!

¡... Qué ojos, por Dios!

Me he quedado embobada mirando sus ojos azules... Azules como un mar en calma...

¡Qué nervios!

Me está hablando y no le entiendo nada, es como si me hablara en chino. No sé que es lo que me pasa, lo único que sé es que tengo  que volver a ser yo, a tomar el control de mi misma, a pensar que por muy bueno que esté este hombre, no ha pasado nada... ¡Qué más quisiera yo!

Desde luego, hoy estoy imposible...

Con gran esfuerzo cierro mis ojos y respiro profundo para lograr romper el hechizo que ejerce sobre mi. Vuelvo a sentirme segura, recupero mi autocontrol y con el, siento sobre mi la lluvia impía que me cala hasta el alma. Mi paraguas se encuentra unos metros por delante y escucho a ese hombre, tan nervioso como yo, disculparse torpemente y a mi responderle que no ha sido nada.

De repente, ambos callamos y nos miramos directamente a los ojos. Poco a poco, una tenue sonrisa va dibujándose en nuestras caras. Un coche pasa por la calle a gran velocidad  y nos salpica de agua... ¡Como si no lleváramos ya bastante agua encima, caray!

Y sin podernos contener, la tímida sonrisa se nos vuelve carcajada.

- ¡Hola, soy Roberto!

- ¡Encantada,  yo soy Clara!

- Te invito a un café

- ¡Estupendo! Creo que nos hace falta.

Me toma de la mano y echamos a andar calle abajo. Estoy tan sorprendida que he olvidado que llueve y hasta he olvidado mi paraguas, pero no importa, ya no me importa nada.

Ha dejado de llover y al final de esta desconocida calle, asoma un rayito de sol...

Un rayito de sol... El comienzo de un nuevo sueño... Una nueva esperanza...



Carmen

(12 de abril del 2018)


Copyright©


"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...