ABISMO
Y ahí estoy nuevamente, sentada al filo del abismo insondable al que se aboca una vez más mi alma. Cansada de caer y levantarme en el camino, cansada de tropezar siempre con un muro de incomprensión, con el gesto adusto de quienes se permiten pensar por mi, juzgarme y hasta sentenciarme. Sin juicio, sin defensa posible, inflexibles ante la desproporcionada ironía de una vida que ya me sobrepasa.
Y ahí estoy nuevamente, sopesando los pros y los contras de soltar amarras. Sopesando si saltar dentro de ese abismo que me llama con fuerza, insistentemente con su voz callada. Viéndome reflejada en sus ojos negros de mirada enamorada, hambrienta, que sueña con devorar por completo mi sufrido corazón y mi apesadumbrada alma.
Es tan tentadora la partida, ese soltar amarras, romper cadenas, desatar estas cuerdas que me atan a una existencia que no quería, que no pedí, que jamás pretendí vivir. Cerrar los ojos y dormir, dormir el apacible sueño de los justos. La paz, el silencio en calma... Sin despedidas lacrimógenas ni mentiras para paliar verdades falsas.
Me llama...
Oh, sí... Me llama!
Ese abismo insondable al que de nuevo me veo abocada. Reclama lo que es suyo, lo que siempre debió quedar sumergido en la nada, abandonada, olvidada. Pobre alma... Ave de alas rotas que pretendió sanar para que de nuevo volvieran a quebrarla... Pobre alma...
Y el abismo insondable... Con su canto de sirenas... Más y más fuerte me llama.
Carmen
(12 de febrero del 2016)
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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