“Me callaré, me apartaré si puedo
con mi constante pena instante, plena,
a donde ni has de oírme ni he de verte.”
Miguel Hernández
Mientras muerdo mis labios por retener en la garganta el grito que pugna por estallar, mis ojos se derraman en un río de llanto.
Mis lágrimas contenidas tras la presa de mi pecho por tanto tiempo, amargan como hiel, envenenan la sangre de mis venas en ese vaivén de emociones que me llena y quisiera hablar y no puedo y a duras penas contengo la rabia y el dolor al saber -siempre lo supe en realidad-, que falso fue tu amor y que falsas tus palabras.
Y llega así el silencio a poner paz en mi alma. Se apaciguan mi dolor y mi rabia, por fin acepte la derrota que me sumió en esta triste suerte mía.
Y contengo mi llanto y ahogo hoy el grito que pugnaba por nacer en mi garganta.
Y ya no deseo nada que no sea para mi, así como te desee a ti sin ser mío mientras te reias de mi y de mis esperanzas. Mis ojos cansados de llorar tus ausencias, ya no llorarán más este adiós forzado, impuesto por la razón.
Silencio y ausencia de ti y de mi, la eternidad manda. Nunca se equivocó el Universo ni los hados confundieron nuestros sinos, fuimos tu y yo los equivocados. Tu por querer jugar un juego que te venía grande y yo por pretender ser amada.
Y aunque duela, aunque el dolor tarde en pasar, contendré mi llanto y mi voz y seré ausencia.
Seré eternamente ausencia, me retiraré donde no alcances a oírme ni verme. Donde mi recuerdo se desvanezca de tu memoria para siempre y no regrese a ti ni un pensamiento sobre mi suerte.
Que seas feliz. Creete vencedor en esta guerra aunque hayas perdido para siempre lo único bueno que pudiste tener y olvidate que un día te cruzaste en mi camino, te será fácil, tan sólo un pequeño empujón más a ese olvido que sobre mi persona siempre has vertido.
Seré feliz. Seré feliz aunque me cueste asimilar la enseñanza que me deja tu traición, tus mentiras.
Seré feliz y sé que otro cielo se abrirá para mi y de el bajarán otras esperanzas, otros sueños, otras ilusiones nuevas. Y tú también serás olvido en mi cuando la brisa suave de la felicidad acaricie nuevamente mi atormentada alma.
Carmen
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