miércoles, 29 de enero de 2025

La decepción


 

Es cierto, la decepción no mata, enseña... Pero que grande y dolorosa es la enseñanza que nos puede traer.

La decepción nos llega en forma de ahogo, de llanto que ya no soporta tanta represión, de grito que de tanto callar,  se alza sobre nuestras gargantas que amenazan con desgarrarse por culpa del inmenso dolor.

La decepción nos deja un regusto amargo en el corazón. Unas ganas enormes de cerrar los ojos para no abrirlos nunca más. Un deseo irrefrenable de salir corriendo hacia el más allá sin volver la vista atrás.

La decepción, cuando es grande, nos llena el alma de un llanto ácido aún por derramar, un agujero en el corazón que sabemos que nunca cerrará; una desilusión llena de sombras que nadie podrá borrar. Un regusto amargo, como a café quemado, en el paladar.

La decepción es soledad y vacío. Es soñar una quimera que nunca pasará.

La decepción lleva tu nombre tatuado, el nombre de quien fue y ya no será.


Carmen



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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo




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