Mi soledad habita donde habita el olvido.
Allí donde se perdieron las palabras
y las miradas van a la deriva,
recorriendo un mundo oscuro
donde el sol no se atreve a salir.
Allí, donde las nubes
se deshacen en lágrimas,
lágrimas heladas que van anegando mi alma
hasta ahogar el sentimiento
que un día hubo en mi.
Y las horas perdidas
donde recordar las caricias
que nunca llegaron a existir,
los dedos cruzados
esperando que no regresen
las promesas rotas
que jamás se habrán de cumplir.
Mi soledad se diluye
en medio de otras soledades
que se marchitan,
se hacen presentes en la muerte
del fin de los tiempos,
de todos los tiempos,
más allá de lo eterno,
cuando se haga evidente
el final del todo,
el fin sin fin.
Carmen
(11 de marzo del 2022)
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