Hacía ya un par de días que tenía la extraña sensación de que le seguían. Allá donde fuera creía percibir por el rabillo del ojo una sombra pero cuando se volvía para mirar sobre su hombro, no encontraba nada. Nadie le seguía, ni humano ni inhumano, aunque aquella extraña sensación, no le abandonaba.
Esta mañana, mientras se arreglaba frente al espejo del baño, esa sensación acuciante fue a más y creyó percibir que su propio reflejo en el espejo le saludaba. Se quedó mirando su propia imagen tan fijamente que ni siquiera se atrevió a parpadear y su respiración asustada se volvió tan débil que casi se podría haber dicho que había muerto petrificado.
¿Se había movido su reflejo otra vez? ¿Se estaba volviendo traslucido, borroso o quizás era que de ni siquiera parpadear, sus ojos le estaban jugando una mala pasada? Ya no estaba seguro de nada. Quizás se estuviera volviendo loco o quizás no era más que un sueño del cual despertara en cualquier momento.
Por fin decidió ponerse en movimiento. Encogiéndose de hombros quiso dar por resueltos los enigmas mañaneros que le asaltaban y su asombro pasó a la más elevada incredulidad cuando su propio reflejo en el espejo permaneció inmutable, como si su imagen hubiera pasado de ser un reflejo a ser una fotografía totalmente estática.
Se movió hacia la derecha y no sucedió nada. Saltó sin moverse del sitio ni perder de vista el espejo y tampoco pasó nada. Allí seguía su reflejo, inmutable, estático, aunque si lo miraba bien, algo había cambiado. ¿No era su reflejo algo más... borroso, tal vez? ¿Más gris quizás?
Levantó su mano derecha a la altura de sus ojos, la observo por un momento y se la llevó a la cara. Sus rasgos, reflejados en el espejo, parecían desdibujarse, como si fuera cera derretida. Perdía consistencia.
De repente sintió ingravidez. Se sentía liviano, como si la piel no limitara huesos y carne, sino, aire.
Volvió a mirar con detenimiento el espejo y ya no vió su reflejo en él. Sólo se percibía una sombra gris con una leve apariencia humana que iba perdiendo consistencia a medida que los segundos pasaban.
Y por fin cayó en la cuenta...
Su vida, tan vacía, tan anodina, por fin había dado la cara y ahora reflejaba lo que en verdad siempre fue, una sombra más en el entramado de la obra de teatro de la existencia. Tan sólo parte del relleno de esa trama, una sombra más, sin valor, simplemente eso, una sombra o más bien, nada.
Carmen
(2 de septiembre del 2021)
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"Omnia mea mecum porto"
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