TE AGRADEZCO EL DOLOR QUE ME REGALASTE
Si pudiera preguntarte algo hoy, te preguntaría qué fue lo que signifique para ti. ¿De veras me amaste aunque más no fuera por un segundo? ¿Por qué rompiste todos mis sueños y pisoteaste mis pobres ilusiones? ¿Con qué derecho?
Te complaciste en quitarme todo lo que tenia. Me robaste la fe, la esperanza, la alegría… Me levantaste para volverme a tirar una y otra vez, cada una de ellas con más fuerza, con más rabia. No te importó nada el daño que me hacías. No paraste hasta verme hundida, humillada… perdida.
Nunca hiciste nada por mi… Nada que no fuera exigirme. No pedirme, no, exigirme. Impusiste desde siempre tus exigentes condiciones, apretando el dogal del ahorcado a mi cuello mientras alegabas amarme, ¡pobre tonta enamorada!
Y mi corazón te creía. Se fue convenciendo de que tus razones, eran las únicas que valían y un día tras otro día, la luz que a tu llegada me llenaba, se fue opacando con la brea que tus injurias fueron vertiendo en mi alma.
¿Y todo, para qué? Para tirarme a un lado cuando ya los escombros que quedaban de mi Ser, no te servían.
Me has dejado tan vacía que confiar en nadie es lo último que hoy por hoy haría.
Si pudiera, hoy te preguntaría ¿qué ganaste? ¿Qué premio has merecido, qué recompensa conseguiste con mi derrota para que mereciera tanto la pena humillarme, utilizarme, hacerme sentir una basura, lo peor que pisó esta tierra? Cada palabra tuya de desprecio, cada acusación, cada juicio sin más pruebas que tu propia ceguera… Cada sentencia de muerte que me gritaste, me hirieron tan profundamente que aunque pase una eternidad, mi corazón no dejará de desangrarse.
Me dejaste herida en lo más hondo. Soy como el ave al cual arrancaron las alas… y ya no puede volar. Jamás sabrás cuanto te ame. Jamás podrás tener una idea exacta del amor que te ofrecía, ni sabrás cuan grande y sagrado era el lazo que nos unía y que tu convertiste en vil cadena con la que atarme, con la que ahogarme, con la que arrastrarme al abismo insondable donde hoy me encuentro y sucumbe mi vida.
Negro abismo donde el insomnio y la soledad, el dolor y la pena, son mis más dulces compañías. Las únicas compañías que no me abandonan… Siempre haciéndose eco de mi sentir, poniendo voz a la tristeza en cada uno de mis versos.
Y aún así, a pesar de todo el mal que me regalaste, yo te lo agradezco... Te lo agradezco y perdono.
Volvería a amarte igual una y mil veces aunque tu jamás me amases, porque en ti reconocí mi propia eternidad, mi único compañero de viaje. Y a pesar de que ya no queden lazos sagrados a los que nuestras almas puedan aferrarse, a pesar de que yo deba andar mi camino entre estas densas soledades, se que tu… ¡Tu no has de olvidarme.!
Carmen
(13 de mayo del 2016)
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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