Cuando me haya ido,
que nadie venga a llorar
junto a mi tumba.
No quiero lágrimas
ni flores con aroma
a polvo y olvido.
Cuando ya no esté
y mis ojos hayan cerrado;
cuando mis manos crucen,
como una oración callada
sobre mi pecho helado,
que ya no cobijará suspiros.
Cuando mi boca sellen
los silencios más largos
y mis labios resecos muestren
las huellas de tu olvido,
la pena profunda y dolorosa
en un rictus callado.
Darme la dulce caricia
de la llama en la hoguera
y dejar volar después
al viento mis cenizas
para que las esparza
impávidas y ligeras.
Dejarme ser una
entre la tierra y el cielo.
Dejarme ser aire y ave,
campo y flor, lluvia y sol.
Dejarme ser tan solo,
callado pensamiento.
Pero no lloréis mi ausencia,
no veneréis mi recuerdo.
Quiero descansar al fin
en brazos del olvido.
Olvidar por siempre
que un día fui, dolor sentido.
Carmen
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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