Mi dolor
se niega a marcharse.
Se aferra a su desesperación,
persiste en su delirio,
evita el perdón
y se explaya en la pena.
Mi dolor
campea por mis miserias
y se siente Rey;
se siente justificado,
casi preciso.
Mi dolor
es mi crueldad,
la pena y la lágrima,
el infierno y la espada,
mi verdugo impasible.
Mi dolor
hurga en mis heridas,
lacera mi corazón,
tortura mis errores.
Me mata.
Francisco de Sales
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