(Dejar ir aquello que ya no nos sirve es el mejor regalo
que podemos hacernos a nosotros mismos)
Todo lo que amé, se volvió humo
en la hoguera de nuestras vanidades.
Ya tan solo quedan las cenizas
y el dolor de la pena más grande,
la pena de saber perdido el tiempo
que no ha de volver,
ese tiempo que ya sólo sabe de soledades.
Y el silencio...
El silencio que grita desde tan lejos.
Todo lo que amé...
Cenizas que arrastra el viento,
lo que pudo ser y no será jamás,
lo que nunca debió ser ni fue.
Sólo el humo queda, fiel testigo,
de aquello que tanto ame,
de aquel amor que lance
y no recogió nadie.
Y la tristeza más honda
me llena y desborda,
allá donde las lágrimas
anegan mi alma
y mi corazón acepta la certeza
de que ya no volverá
a amar jamás a nadie.
Y suelto lo que jamás fue mío
y me regalo la paz,
la justicia para seguir sola y adelante.
Todo lo que amé...
... Todo lo que nunca quiso nadie.
Carmen
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