HOY TE EXTRAÑO
Llueve.
El día afuera está frío y gris. Las nubes incansables derraman sobre los tejados su llanto y mi corazón añora el consuelo de tu abrazo, la calidez de tus besos, la suavidad de tus manos.
Llueve.
Llueve sobre los tejados y los campos. Sobre las flores que hoy adornan el cementerio, triste consuelo para los que aún estamos vivos. Cuanta falsedad hay a veces en ese simple gesto de llevar flores a los muertos. La gente parece competir en estas fechas a ver quien lleva las flores más hermosas a sus muertos. Es una competición sorda y muda, sólo apreciable en las miradas que saltan de tumba en tumba y en los gestos que calculan quien más y quien menos, que lo observan todo y lo registran para más tarde criticar al vecino en los corrillos de personas que año tras año vuelven a encontrarse el mismo día y casi a la misma hora.
Y después... Después no queda nada.
Muchos muertos quedan nuevamente abandonados en su silencio. Nadie vuelve a acordarse de ellos durante el resto del año. Ni una visita ni un suspiro, una lágrima y mucho menos una simple florecilla vuelve hasta un año después a adornar sus tumbas.
Llueve y yo te echo mucho de menos, papá.
Yo te echo de menos hoy y cada día, siempre. Y por eso, seguiré visitando tu tumba y llevandote flores siempre que pueda. No solo en la fiesta de Todos los Santos, no. Tu sabes que siempre que puedo me acerco a saludarte, para recordarte que en mi corazón, no estás muerto, que vives. Vivirás a través de mi mientras a mi pobre corazón le quede un latido y que cada segundo de mi existencia estaré agradeciéndole al Padre y al mismo Universo el haberme permitido ser tu hija en esta vida.
Llueve.
Es hora de que sigas con tu descanso eterno, pero no olvides que pronto, muy pronto, volveré a traerte flores y a charlar un rato contigo de nuevo.
Carmen
(2 de noviembre del 2019)
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"Omnia mea mecum porto"
Soy todo lo que tengo
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