SOLEDADES
Siempre estuvo sola, pero nunca imagino que existiera otra soledad más profunda que la que ella tan bien conocía. Él la elevó al cielo solo para dejarla caer al abismo más profundo, no una ni dos veces, tantas que ya perdió la cuenta o tal vez dejo de contarlas creyendo que así el dolor sería más fácil de sobrellevar. Y ella, siempre enamorada, volvía a caer una y otra vez. Regresaba a su lado, mendigando un poco de calor, una pizca de ese amor que él pregonaba sentir por ella a quien le quisiera escuchar.
Siempre estuvo sola en realidad. Pero nunca estuvo más sola que ahora, cuando por fin comprendió que lo mejor para los dos era que se quedara para siempre oculta entre las sombras sin vida de su soledad.
En aquellas desoladas soledades, desnuda de todo, quizás pudiera encontrar su verdad y su paz.
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