CARTA DE LA MADRE TIERRA A LA HUMANIDAD
por
Juan Galo
Después de 4.600 millones de años de constante formación y aunque actualmente esté en el ecuador de mi vida, tal vez pueda parecer vieja pero me conservo joven, dinámica y muy activa. Todo en mi es esplendor y, aunque esté mal decirlo, soy infinitamente bella dadas mis ilimitadas ganas de vivir.
Aunque de profesión ejerzo la hostelería, soy catedrática en geología, biología y bioquímica por la universidad Universal, además de dedicar mis recursos a la logística como proveedor de todo tipo de materia prima. Soy uno de los nueve vecinos que en armonía orbitan alrededor del sol, esa estrella que siempre nos alumbra y da calor. Juntos formamos una familia llamada sistema solar, en una galaxia situada en algún lugar del incomprensible e infinito universo, llamada Vía Láctea. Como parte indisoluble del todo e indivisible de la creación, nací como resultado de una mega explosión de carácter cósmico, con la única misión de procrear incansablemente vida en un lugar donde hace 4.000 millones de años, después de solidificarme, no existía ni una sola condición para ello. Y sin embargo, en un corto espacio de tiempo, el prodigio divino hizo presente el milagro de la vida gracias a la cuál, la infinita esencia del ser se manifiesta de innumerables formas y maneras, para ofreceros la abundancia de todo cuanto tengo sin pediros nada a cambio, como cualquier madre haría con sus hijos. Y aún así, está en vuestros designios arruinarme sin entender que antes de aniquilarme, desapareceréis como especie pues innato es en vosotros, destruiros mutuamente como droga que así misma se consume.
Mi belleza en los últimos tiempos marchita y languidece, pues padezco en silencio el dolor de veros sufrir en la miseria que habéis creado, donde nada puedo hacer por respeto a vuestro libre albedrío, en el que jamás intervendré. Vivís la vida como un sueño con aires delirantes y vientos de locura, durmiendo bajo una falsa ilusión que os aleja de la realidad y os impide despertar. Vuestra inconsciencia os ciega y ensordece hasta el punto de haceros padecer inhumanamente la apocalíptica superioridad de la raza humana, presas de vuestra usura y codicia.
Después de recolectar el néctar, la abeja prosigue su vuelo respetando la flor; ¿por qué vosotros la aplastáis? Si la mujer que os dio la vida es intocable; ¿porque deseáis aniquilarme si soy madre de toda hembra que engendra vida? Si vuestro hogar es inviolable, ¿por qué abusáis de la morada que os entrego? Si sois fuente de vida, ¿por que sembráis la muerte? Si os doy condiciones de vida, ¿por qué la rechazáis?
Obtendréis el fruto de vuestra siembra. La ruina será el resultado del indiscriminado saqueo y expolio que el ser humano hace a mis recursos, por pura avaricia financiera, en lugar de abastecerse de manera sostenible. Si la vida en mí se debilita, todos vendréis conmigo. Así el daño que me producís, es el mismo perjuicio que os hacéis, ignorando que toda forma de vida en cualquiera de sus formas, es en realidad hermana de vuestra existencia, de vuestro ser más íntimo y profundo. Todo está íntimamente conectado de manera suprema, dependéis del equilibro sin aceptar que todos, incluso hasta lo que no podéis ver ni observar, tocar o sentir, oír o escuchar, sois esencia pura del ser. Pensáis que vuestra ciencia y tecnología os hace evolucionar, sin comprender que vuestro progreso, depende del despertar de la conciencia. No os corresponde a vosotros ser jueces de vida o muerte. Sois especie dominante, no dioses con derecho a enjuiciar la vida y la muerte. Con vuestros actos antagónicos, habéis creado un cambio climático que provocará desastres ecológicos de los que seréis testigos. Con la impetuosa insensatez de vuestras acciones, extinguís especies por placer, contagiáis la tierra con vuestros químicos arruinando su fertilidad, contaminando con vuestros desechos el agua que rige toda forma de vida infectando ríos, lagos y océanos. Generáis tanta basura, que me habéis convertido en un vertedero de proporciones descomunales, donde mi perfume natural de antaño, ha sido modificado por el hedor de vuestros desechos y residuos, pesticidas y abonos, mientras vuestros gases intoxican el aire de la atmósfera de la cuál respiráis y dependéis para no abrasaros por el astro rey. Vuestra necedad ha llegado a la incongruencia de envenenar el propio medio que os sirve de sustento. Los desiertos avanzarán imparables transformando el verde de los bosques que taláis e incendiáis, por la triste y desoladora aridez de la tierra improductiva. Los polos descongelarán, los océanos subirán su nivel hasta inundar vastas extensiones de terreno, ante los cuales en vuestra ignorancia, culparéis a la naturaleza que nada tendrá que ver.
Pese al daño cometido, nadie os ha juzgado por ello pues en realidad, seréis vosotros quien se juzgará así mismo para ser condenados a la desaparición. A lo largo de millones de años, he perdido muchos hijos, pero todos fueron por causas naturales. En cambio a vosotros os perderé por decisión vuestra. La irracionalidad, será vuestra desgracia, y yo, asistiré a vuestro funeral, llorando en silencio y sin luto.
Os empeñáis en medir el tiempo, seccionándolo entre pasado sin que os sirva de lección y futuro para no incurrir en los errores cometidos. Pero ignoráis el maravilloso presente que tenéis y no queréis comprender. Todo lo que hay y existe, sea orgánico o inorgánico, hasta lo incorpóreo o carente de forma, se compone de átomos, y el átomo es energía: desde una piedra hasta una gota de agua, incluidos vosotros. Así es como la ley universal se hará una y otra vez de nuevo manifiesta. Procedéis de la energía, energía sois y energía seréis al dejar esta vida que os ofrecen, nuevamente transformados una y otra vez para viajar a nuevas experiencias, hasta que seáis conscientes de vuestra eterna existencia con el todo, con la esencia, con la unidad.
De no actuar y pronto, remedio y solución será imposible pues la catástrofe será irreparable. Conoceréis el arrepentimiento en forma de tormento y martirio, para finalmente, desaparecer. Y ni el rico se llevará sus opulentas pertenencias, ni el pobre sus míseras lágrimas, porque el equilibrio con la unidad, os hará igual cuando vuestro viaje llegue a su fin, hacia un eterno camino sin final. Pero la vida surgirá de nuevo, porque es la voluntad de la esencia experimentada así misma en infinito número de formas. Y cuando mi camino actual termine engullida por el sol, surgiré en algún otro lugar del incomprensible infinito.
Sois una chispa en el tiempo. Vuestro paso como especie por este mundo se extiende a tan solo un pestañeo. Pero habrá más oportunidades, pues vendrá una evolución del hombre a más alto nivel, mucho más conciente en la infinita conciencia que todo lo une, y donde todos, seréis lo que sois; uno con el todo. Yo sobreviviré y seré testigo de ello. Salid de vuestra oscura ignorancia, despertad de vuestro largo letargo hacia un amanecer lleno de esperanza. Aún queda arena en vuestro reloj.
Soy como vosotros, un ser vivo, idéntico a toda forma de vida. Nací, me desarrollé, multipliqué la vida y moriré cuando el sol llegue a su fin y me devore por su gravedad. Es el ciclo del todo, principio y conclusión repetido en un bucle sin fin.
He creado un mundo lleno de belleza que no respetáis. Salid fuera del sueño en el que dormís, observaros al espejo del tiempo y comprended el conjunto de equivocadas acciones que os llevan al camino incorrecto. Enfermos en vuestra propia locura, ni siquiera sois capaces de convivir entre vosotros.
Soy vuestra madre, y os digo: tengo cáncer de vuestro ego; con él, habéis envenenado el aire que respiráis, la tierra que pisáis y el agua que os sustenta. ¿Cuántos mensajes necesitáis para despertar y cuantas señales para avivar vuestra conciencia? La evolución no se equivocó al confiar en vosotros como especie, pues hubieron otras muchas civilizaciones anteriores a la vuestra, que dieron culto a la conciencia que todo lo ve y presente está en todas partes. El mayor error no fue daros la inteligencia, sino dotaros de estupidez. Cuando mi fin llegue, moriré resignada sin saber cómo mis hijos humanos, me traicionaron desolándome.
Como madre de toda fuente de vida, os pregunto; ¿qué más puedo hacer por vosotros, que no haya hecho ya?
Juan Galo
http://www.dforceblog.com/
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