domingo, 8 de abril de 2012

SALA DE ESPERA


SALA DE ESPERA


Si hay algo en esta vida que procuro evitar, son los hospitales y más aún las salas de espera en urgencias.

Pero mi corazón es tirano y contestatario y le gusta funcionar por libre sin consultarme primero si me apetece echarle una carrera al tiempo o me apetece mejor descansar y esta madrugada decidió correrse una juerga de las suyas pretendiendo salirse de mi trepando garganta arriba sin dejarme respirar.

Cabalgaba tan enfurecido que nos asusto de veras a todos en casa y terminé, pues eso... donde no quiero jamás estar.

Las urgencias de todo hospital son algo que a mí se me antoja ominioso para los que acudimos allí aquejados de un problema real. Lo primero con lo que te topas es con la funcionaria o funcionario de turno, generalmente cansados y aburridos de repetirse, pero que en realidad no tienen más tema de conversación que el que se limita a rellenar una ficha, que más que de paciente... parece una ficha policial.

A veces he llegado a pensar si no serán robots con aspecto humano, pues me da la sensación que ni sienten ni padecen y que están tras el cristal como rellenando  un hueco que quedaría desangelado sin su adorno.

Después del nombre, domicilio, edad... y demás datos que ya saben porque aprietan un botoncito y les sales en el sistema  informático que nos controla a todos como si lleváramos tatuado un código de barras en la frente, viene la pregunta que te remata del todo: "¿ A ver, qué le sucede?".

¿Pero señora mía o señor mío, no me ve que a duras penas me mantengo en pie y que lucho por sujetar mi corazón que como un caballo desbocado pretende salírseme del pecho a cada resuello mientras contesto sus preguntas?

Y tomas aire, pones cara de resignación total y les respondes haciendo gala de tu santa paciencia y te salen con un: "De acuerdo, pase y ahora mismo le atenderán"

¡Ja... Ja... Ja!

Ahora mismo dice; lo que no te dice es si ese "ahora mismo" es en esta dimensión o en un mundo paralelo y desconocido del que tu no has encontrado aún la puerta para entrar.

Te enfrentas a las puertas batientes que separan la recepción de pacientes de la sala de espera de los enfermos, pues allí, sólo pueden entrar los susodichos enfermos a enfrentar el calvario en soledad y te sientes como Gary Cooper en Solo ante el peligro... pero sin pistolas ni estrella de sheriff ni nada de nada. Y avanzas despacio dejando atrás el silencio de los tuyos que te miran con cara de pena e impotencia y te adentras en un mundo surrealista de seres compungidos y dolientes sentados en sillas de plástico naranja. Siempre he pensado que el color naranja del mobiliario, forma parte de un burdo intento por poner un retazo de alegría en medio de tanto dolor.

Después de unos minutos de acoplamiento mental, tienes una composición casi exacta de la realidad y por fin reaccionas y buscas un asiento en el que te dedicaras a esperar. Te sientas entre la anciana con cara de hambre y el drogadicto de turno, encogiendo hasta el alma para no molestar y esperas con los ojos bien abiertos mientras vas haciendo recuento de lo que tienes que enfrentar.

Odio el olor aséptico de los hospitales. Ese olor a desinfectantes y lejía tan peculiar que mi cerebro transmuta como el olor del dolor y de la muerte.

La ancianita me mira de hito en hito hasta que casi sin resuello se atreve al fin a preguntar qué me pasa y tras mi respuesta un tanto forzada, escucho su lamento: "¡ Pobre y tan joven !" y siento el codazo del chico de al lado que me dice: "¡Hostias, eso sí que es chugo! A mi colega le paso algo parecido hace dos semanas, se lo llevaron los del SAMUR y no le he vuelto a ver.

Y se me cae el alma a los pies... Que la verdad, yo pensé que mi alma había huido de mi y se había quedado fuera del hospital, pero no, se ve que en el último momento decidió en un acto de valentía acompañarme.

Y llega la auxiliar con la maquinita de tomarte la tensión en una mano y la jeringuilla para extraerte sangre en la otra; que el protocolo es el protocolo y da igual que llegues con  un ataque al corazón o con una indigestión. Y termina su tarea de sacarte sangre y se queda pasmada cuando ve las cifras que reflejan tu tensión alterada y te dice que va a buscar a un médico para que te hagan un electro y se pierde de nuevo pasillo adelante con paso ligero y sin volver la vista atrás.

Y pasan las horas y vas tomando confianza con la gente que te rodea.

La ancianita te cuenta que en realidad lo que a ella más le duele es el alma. Que su hijo y su nuera se han ido de puente a un hotel de lujo en la playa y la han dejado sola en la casa, que la soledad ha podido más que ella y que decidió hacerse la enferma para estar acompañada.

Y el chaval te cuenta que es toxicómano desde que le dejó una novia, que fue por probar a olvidar y que en el intento se olvidó hasta de quien era. Que no se acordaba de nada, sólo que estaba metiéndose un pico y se despertó en aquella sala de urgencias.

Mientras esperas y escuchas y observas, las horas se pasan sin darte real cuenta y cuando quieres acordarte de por qué estás allí, resulta que tu corazón se ha apaciguado, seguramente aburrido de no poder ir a ningún lado.

A tu lado pasan médicos y enfermeras, te miran, te auscultan, observan los periódicos electros a los que te han sometido, se pasan la pelota en los varios cambios de turno que te toca presenciar y por fin, un médico jovencísimo te larga unos papeles y te dice que ya te puedes marchar, eso si... primero has de prometer que guardarás el debido reposo y que acudirás a la consulta de tu médico en cuanto sea posible para que te haga un seguimiento.

Después de más de ocho horas, tu juras y perjuras lo que quieran y hasta les haces la ola si lo desean. Te despides de los que te rodean con pena, porque después de aquel tiempo compartido, sientes como si ya fueran de la familia y sales de allí con una carrerilla reprimida y mal disimulada y un corazón que late nuevamente deprisa... pero esta vez, de pura felicidad.


Carmen
( 8 de abril del 2012 )

Safe Creative #1204081442578

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...