Y quiero compartiros un bello poema escrito por una mujer y dedicado a todas las mujeres:
ME CONFIESO MUJER,
de María Prieto
Me confieso mujer.
Y no me hizo Dios…
Pertenezco a la Tierra que habito.
Tan solo soy una partícula,
un elemento más del inmenso universo.
Mujer hecha de carne
y de silencios.
De lluvias y de soles,
de partes y de un todo.
Mujer con cicatrices en los ojos,
surcos labrados
en la superficie inestable
de los años.
Soy de viento enardecido
o de brisas apacibles.
Cálida y fría.
Fuego, agua, tierra.
Mujer contradictoria e imperfecta.
A veces muy presente, otras veces
escondida entre la niebla.
Como el aire, que fugaz desaparece
y no se encuentra…
pero siempre está ahí.
Un halo de inseguridades me rodea
y me hago la fuerte.
Me rompo…
recojo mis restos y me recompongo.
Y no me arredro,
ni me envuelvo en el manto negro
de la pena doliente.
Me declaro mujer, madre, amiga,
compañera…
Mis manos aúnan manos
con la sangre de mi sangre.
Río, siento, vivo, amo, sufro,
pienso, sueño, canto, vuelo,
me enfurezco… y por momentos,
me invade la nostalgia y me llora la tristeza.
Me confieso…
mujer de alma agnóstica y pagana,
subo al cielo y me paseo por el infierno.
Escribo de mis días… y en mis versos
procuro desprenderme
de las pieles sobrantes,
despojarme
de la falsa humildad y la soberbia.
Mis piernas firmes recorren sin respiro
los caminos abruptos y escarpados
recolectando la belleza increíble
de las cosas pequeñas.
Soy ave buscando su refugio
en los atardeceres,
pájaro libre de innecesarias ataduras
que reivindica,
que pide la palabra…
La libertad de una cometa…
con la cuerda ya suelta.
No quiero dormitar
entre barrotes de algodón.
Ni sábanas de seda.
Tan sólo…
la ternura de un momento.
Tan solo necesito… quererme
y que me quieran.
Y en cuestiones de amor,
sumamos uno y uno, y somos dos.
Hombro con hombro. De igual a igual,
mi compañero y yo.
Me declaro mujer…
Y todas las mañanas me levanto
orgullosa de serlo.
MARIA PRIETO
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