sábado, 25 de octubre de 2014

LO INACABABLE por Alfonsina Storni (A la memoria de esta gran poeta en el aniversario de su muerte)


LO INACABABLE
por
Alfonsina Storni

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

Alfonsina Storni.



Un día como hoy, 25 de octubre, pero de hace 76 años, Alfonsina Storni se quito la vida en el mar. Alfonsina es mi poeta favorita desde que la descubri en mi juventud y con la que en muchos de sus versos me identifico plenamente.

Aquí os dejo una reseña sobre su vida y su muerte:

"Cae una lluvia torrencial sobre Mar del Plata, Alfonsina Storni yace presa del dolor que le produce el cáncer de mama que le aqueja. Llegada la madrugada, haciendo honor al significado de su nombre (dispuesta a todo), toma una determinación. Escribe una nota escueta: Voy a dormir.Se dirige al Club Argentino de Mujeres y se arroja al mar desde uno de sus espigones. La prestigiosa poeta tenía tan sólo 46 años.

El cadáver es recuperado horas más tarde. El doctor Belleti la reconoce, conmocionado al destapar su rostro. La versión oficial determina que, al saber que se hallaba condenada a una muerte inminente, decidió acabar con su vida. Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío, y así lo había expresado en un poema dedicado a su amigo y amante, el también poeta suicida Horacio Quiroga.

Alfonsina se había ‘despedido’ de su único hijo, Alejandro Storni, en sentidas cartas días antes y, previsora, se había ocupado de su futuro en una carta dirigida a Manuel Gálvez.

La muerte de la que se considera una de las más prestigiosas poetas posmodernistas de la literatura argentina del pasado siglo fue trágica; su vida fue tan intensa como apasionante.

Siempre dispuesta a todo, ya desde muy temprana edad demostró que verdaderamente era una niña diferente. Condicionada por sus orígenes humildes, hija de padre alcohólico y mujer trabajadora, se vió obligada a luchar desde muy pronto por su subsistencia. Si bien su madre tuvo a bien escolarizarla, a diferencia de a sus otros hijos, al adivinar en ella un talento y originalidad especial, la precariedad económica familiar la empujaría a robar su primer libro de texto, tal y como ella misma confesaría años después. Pero ella no se arredró y ni siquiera la muerte de su padre a la edad de 14 años, hecho que le obligó a trabajar como aprendiza en una fábrica de gorras, logró adocenarla. Poco después empieza a trabajar como actriz, entrando en la compañía teatral del español José Tallaví y no por ello ceja en su empeño de formarse. En 1909, con 17 años, se matricula en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales de Coronda, donde trabaja también como celadora y al año siguiente obtiene ya el título de maestra rural y empieza a desempeñar su cargo en Rosario.

Pero la vida de aquella mujer de mente varonil encerrada en un cuerpo de mujer, que siempre se dolió de haber nacido mujer, no iba a ser fácil. Y es que la poeta se quedó embarazada a los veinte años de un hombre casado y veinticuatro años mayor que ella y, mujer libre como era y se sentía, decidió llevar adelante la gestación como madre soltera. En esa época proclama en uno de los versos de su obra Languidez (1920): ‘Señor, el hijo mío que no me nazca varón.

Alfonsina, que consideraba su sexo como un estigma, dedicó su existencia a luchar contra las desventajas que éste le reportaba. Obligada a mantener en solitario a su hijo Alejandro, desempeñó multitud de empleos, desde cajera a dependienta y finalmente ‘corresponsal psicológico’, empleo para el que logró desbancar a todos los aspirantes pese a su condición de mujer, que la marginaba inicialmente. Eso sí, pasó a cobrar la mitad del sueldo por esta misma circunstancia.

Pero nunca deja de crear. En 1916 publica su primer libro y consigue sus primeras colaboraciones literarias. En 1919 obtiene una sección fija en la revista La Nota y más tarde en el diario La Nación. En sus escritos plasma con rotundidad sus creencias: su periodismo combativo defiende el derecho al voto femenino y carga contra los arquetipos y tópicos que marcan a la mujer de su época. Aquellas mujeres, a las que ella defiende como seres pensantes, no obstante la temen y no osan leer sus poemas, tachándola de peligrosa. A lo largo de los años, sin embargo, consigue ser respetada por unos y otros. Horacio Quiroga la introduce en las tertulias literarias masculinas y Alfonsina se hace un hueco en las mismas labrando su prestigio poco a poco. Lidiando con su condición femenina se codea con Gómez de la Serna, García Lorca o Enrique Amorim entre otros destacados literatos de la época.

Su obra poética y teatral es su mejor legado, de gran originalidad. Según la crítica, Alfonsina cultiva el posmodernismo y culmina su obra con Mascarilla y Trébol, su último libro de género vanguardista. Un mes después le es diagnosticado el cáncer que le arrastrará al suicidio.

‘Oh muerte, yo te amo, pero adoro la vida…’ nos dijo la poeta. Sus versos nos acompañarán siempre."


Fuente: http://facebook.com/LaVanguardia

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