LLOVIENDO TRISTEZA
Llueve.
Llueve sobre los campos,
sobre mis días,
sobre mis noches.
Llueve aún cuando el sol
asoma en el horizonte,
aún cuando cantan
alegres los pájaros.
Y no hay arco iris
de vivos colores
ni rayos dorados
alargando mi sombra.
Llueve.
Llueve sobre mi
ahogando la esperanza,
acallando el grito
que desde mi corazón
angustiado clama
por lo que fui,
por lo que no soy,
por lo que jamás volveré a ser.
Llueve.
Llueve sobre mi
desde mi propia alma
y siento la frialdad
de esa soledad infinita
que siempre me acompaña.
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Carmen
(10 de marzo de 2013)
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