miércoles, 28 de marzo de 2012

CUANDO LA MUERTE QUISO SER MUJER


CUANDO LA MUERTE QUISO SER MUJER


Aquel día, la Muerte llegó temprano a su cita. Esta tenía lugar en un edificio moderno y bien iluminado, donde se respiraba lujo y glamour.

El "afortunado" candidato a engrosar sus filas, era un diseñador de modas que se encontraba en la cresta de la ola, ocupando un puesto privilegiado entre lo más "in" de la jet set y el papel couche de las revistas.

La Muerte se sentía incomoda entre tanta bella modelo que corría de un lado a otro con la delicadeza de las mariposas; como si flotaran entre las gasas y los tules, embriagadas por litros de perfumes carísimos.

Aunque a ella nadie la veía salvo que tuviese cita, claro está, las personas que pasaba con prisa a su lado, se estremecían como si un viento helado las hubiese tocado de repente.

Observaba cada detalle de lo que sucedía a su alrededor. El ir y venir de sastres y peluqueras, maquilladoras, modelos bellísimas cuyos nervios estaban a flor de piel mientras cuidaban de no caerse de los altísimos zapatos de fino tacón y plataforma... Los bellísimos vestidos... de calle, de coctel, de noche... Las gasas multicolores, los crepes satinados, los complementos dorados incrustados en carey.

Y entonces escuchó decir algo, una simple frase tonta y un tanto cursi, que cambio todo para ella en un instante: "¡Estas divina, divina de la muerte!

La Muerte, sorprendida, miraba a derecha e izquierda... hacia atrás, hacia delante... No veía por ningún lado la persona a la que iba dirigida esa frase que la comparaba con ella. Pero entonces aquel hombre que vestía unos estrafalarios pantalones de cuadros rojos y una chaqueta verde pistacho se acercó a ella y cogiéndola de la manga de su túnica de burdo algodón negro le dijo: "Oye nena... puede que seas la diva de las divas y que Pierrot te considere la mejor de las modelos, pero si quieres debutar esta noche, tendrás que darte prisa... ¡Vamos...Sígueme! y vete quitando esos harapos que te dan pinta de pordiosera y además, hortera".

La Muerte, sin salir de su asombro, se encogió de hombros y pensó que bueno... tampoco había tanta diferencia entre aquellas modelos ligeras de carne y ella, además... ¿Por qué no iba a poder darse el gusto de sentirse mujer por una sola vez? Total... aún no era la hora...

Aligeró el paso siguiendo al hombrecillo estrafalario entre vestidos colgados de sus perchas, modelos en ropa interior que protestaban por todo y  operarios que rezongaban por nada. Aquel ser le fue entregando lo que habría de ponerse. Primero la ropa interior de encaje  finísimo en negro. Tres minúsculos triangulitos unidos por finísimas tiras de raso, que ya averiguaría después donde se colocaba eso. Unas medias también negras de costosísima seda y un liguero a juego.

Con aquellas prendas en sus huesudas manos, cavilaba la Muerte la manera de colocarse todo aquello, cuando de nuevo el hombre volvió a hablarle y su voz esta vez sonó con un pomposo orgullo:  "¡Et voila! ...  Nuestro ensueño de noche de pasión. Qué suerte tienes nena, es la obra maestra del genio de la moda y solo tú tienes el privilegio de ser la primera en llevarlo... No quiero imaginar lo mucho que habrás tenido que hacer por él para conseguir ese privilegio". Apostillo el hombrecillo dándole un codazo.

Después de aquellas palabras, la llevo a un pequeño camerino para que se cambiara y la insto nuevamente a darse prisa mostrándole el reloj mientras le comentaba que en breves minutos pasarían a peinarla y maquillarla.

La pobre Muerte se apresuró a ponerse, no sin dificultad, aquellas prendas mientras se preguntaba como acabaría todo aquello y si le daría tiempo a llegar a su cita del día.

Llegaron las estilistas, la peinaron, maquillaron, perfumaron y elogiaron gratísimamente, maravilladas del resultado y como llegaron se fueron entre parloteos, cotilleos, dime y diretes.

Pronto le llego el turno de desfilar por la pasarela a nuestra nueva modelo. La pobre Muerte estaba nerviosísima pensando que no sería capaz de hacerlo. Que una cosa era verlo por la televisión y otra cosa hacerlo. Pero lo hizo, ¡vaya si lo hizo!. Y con un garbo y un salero que encandiló tanto a hombres como a mujeres.

Todo el mundo aplaudió a rabiar cuando ella terminó de exhibir su palmito y por tres veces tuvo que repetir el pase. La Muerte casi no podía creerlo, estaba agotada por el stress y la euforia del momento.

Cuando por fin tuvo un instante de calma, se sentó en un rincón, tratando de recobrar el resuello. Ser humano, conllevaba un gran esfuerzo.

El ya conocido hombrecillo de la chaqueta verde pistacho, volvió a acercársele y después de muchas enhorabuenas y parabienes varios, le dijo que el gran Pierrot, la esperaba y que no le hiciera perder el tiempo.

Suspirando, la Muerte de nuevo contactó con la realidad. Lentamente se puso en pie, se quito aquellos zapatos que la machacaban los viejos huesos de su columna y los huesecillos deformes de sus pies, se despojó del vestido "Ensueño de noche de pasión", se apresuró en quitarse aquella ropa interior que le irritaba y picaba... y se colocó nuevamente su túnica y  calzó sus viejas albarcas de caminar la senda de la vida.

Se miró por última vez en el espejo y volvió a suspirar con pesar. Sin duda, aquella cita iba a ser la más triste y penosa de toda su existencia.

Cuando entró en el despacho del modisto, este estaba de espaldas a la puerta y al sentirla entrar simplemente le comentó si darse aún la vuelta: "Cierra la puerta, encanto... Que esa corriente de aire, me está matando!".

A la mañana siguiente todos los titulares hablaban del acontecimiento del año: "Famoso modisto muere, tras presentar al publico su creación más reciente y a la modelo revelación que le hubiera encumbrado a lo más alto de la fama".

Carmen
(28 de marzo del 2012)
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TRAS LA PERSIANA


TRAS LA PERSIANA


Tras la persiana ella adivinaba un mundo gris y sin esperanza. Desde el refugio cálido de su cuarto en silencio, ella esperaba una señal que le indicara qué camino seguir. Se sentía segura dentro de aquella habitación que como una placenta la envolvía protegiéndola hasta de ella misma.

Todo le era conocido allí. La cama, con sus sabanas de hilo blanco y su colcha de algodón rosado. Los cojines de encaje con regusto antiguo que fueran de su querida abuela y que para ella eran un lazo de unión con el más allá. Las acuarelas que pintó un día cuando aún se sentía persona y vivía en el exterior...

¿Hacía cuanto que no salía de allí? No podía recordar si eran días, meses o años. Primero fue la muerte de su esposo e hijos en aquel terrible accidente, después la depresión que  la postró en aquella cama sin ganas de nada y más tarde, cuando se convenció de que nada iba a traerles de nuevo a casa, fue la cobardía que se adueño de ella. Se sentía incapaz de salir de aquel cuarto, así de simple.

Sus padres luchaban día a día por convencerla, las amigas que aún le quedaban venían de vez en cuando y le hablaban desde el otro lado de la puerta cerrada... Pero ella se aferraba a sus recuerdos pasados y no se dejaba convencer, aunque en el fondo de su alma una vocecilla se alzaba apenas sin fuerza reprochándole su forma de ser.

Un día se sintió nuevamente enferma. Pero era una enfermedad distinta. Esta vez, sentía que su cuerpo ardía, que la sed resecaba su garganta y sus labios resecos como el cartón se agrietaban. Cayó en un estado de claroscuros donde todo se mezclaba como los números en el bombo de la lotería.
Su vida vivida se mezclo con la vida que vivía. Los fantasmas del pasado se sentaron junto a su cama haciéndole compañía y lo peor llegó cuando todos aquellos fantasmas comenzaron a hablar a la vez reprochándole su falta de consideración al pretender estar muerta en vida, cuando ellos quisieran estar vivos en la muerte y no podían.

Pensó que al final la locura se había instalado en la cabecera de su cama y acomodando su cabeza en los almohadones, se dispuso a esperar paciente el final. Pero el final no llegó. Por sus ojos semicerrados pasaron momentos dulces y momentos amargos. Desde su niñez más lejana hasta el día en que su mundo se desmorono. Cada recuerdo o visión finalizaba con un grito: ¡Vive! y al final, cuando ya no hubo más por visionar, todo un coro de voces le gritaron al  unísono aquella misma cantaleta: ¡Vive! ¡Vive! ¡Vive!

Después quedó sumida en un profundo letargo sin visiones. Un sueño reparador y profundo como hacía mucho no tenía y cuando despertó un rayo de sol se colaba por las rendijas de la cerrada persiana de su ventana deslumbrándola.

Saltó de la cama, subió aquella persiana, abrió de par en par la ventana tanto tiempo cerrada y dejó que la vida inundara de nuevo aquella habitación y la luz de un nuevo amanecer borrara de su cuerpo toda señal de abatimiento y muerte.

Preparó cuidadosamente su ropa  sobre la cama, eligiendo aquella de tonos más alegres. Entró en el baño esmerándose más que otras veces en su aseo personal. Se maquillo sin estridencias. Se vistió despacio, saboreando y apreciando la textura de de la tela en sus dedos. Se retocó de nuevo el peinado, perfiló sus labios otra vez. Se contempló en el espejo de cuerpo entero que había en un rincón del cuarto. La silueta allí reflejada le sonreía y sintió que en su interior, sus viejos fantasmas le decía al unísono, con una voz in crescendo: ¡Adelante, hoy es y puede ser!

Se calzó sus zapatos de fino tacón y sin volver la vista atrás, salió de aquel cuarto que había sido prisión y tumba dando un portazo al pasado y enfrentando con un valor renovado el nuevo amanecer.

Carmen
(28 de marzo del 2012)

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lunes, 19 de marzo de 2012

MIS LABIOS


MIS LABIOS

 
De tus labios mis labios
ansían la humedad de un beso.
La caricia tierna de tu piel
ardida en el fuego del deseo.
Mis labios que te llaman,
te provocan y esperan,
aman, sienten y penan,
penan porque te saben lejos.
Mis labios que buscan los tuyos
en la oscura noche que me envuelve
y sienten... presienten,
la presencia de los tuyos
del otro lado del espejo,
que me llaman por mi nombre
como sólo tú puedes saberlo.
Que gritan al viento
desgarrando la garganta
en el duro intento.
Mis labios se marchitan
y mueren aquí tan lejos,
que desean lo imposible,
que sueñan con besarte
y firmar con sangre el pacto
que nos una y nos enlace
para no separarnos de nuevo.
De tus labios mis labios...
aguardan impacientes
el sentido roce de un beso.


Karmen
19 de marzo del 2012

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VELO


VELO

Quita de mi este velo
que ciega mis ojos
en lo eterno y perpetuo,
que pone trabas a la
Luz del entendimiento,
que no permite que avance
hacia ti en mis sueños.

Quita de mi este velo
que enmascara de la rosa
el color y el aroma
de los aires nuevos,
que acalla del ave
el trino de su canto
y el aleteo de su vuelo.

Quita de mi este velo
impasible de amargura
que me envuelve y me llena,
me invade de pena y tormento.

Quita de mi este velo
que no me deja crecer,
crecer hacia lo eterno.


Karmen
19 de marzo del 2012



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LATIDOS


LATIDOS

Los latidos de tu corazón,
son la nana que adormece
mis pensamientos.
Son la calma en la tormenta,
la dulzura que endulza
mis más amargos momentos.

Karmen
19 de marzo del 2012
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martes, 13 de marzo de 2012

LUCES Y SOMBRAS


LUCES Y SOMBRAS

 
Eran sombras, eran luces...
Los recuerdos iban y venían
al vaivén del abanico que mi mano
 movía en remolino de colores.
Arrebatadas pasiones que
suspirando volvían a la vida
en revolea de faralaes al viento
y palmas en quejido de dolores.
Era sombra cargada de
humedad de lágrimas...
Y era luces que explotaban
como pompas de jabón
en la fingida risa de mi boca.
Y era sombras plañideras
el cantar de esa misma boca,
cuando me quedaba a solas.
Luces y sombras,
claroscuros del alma
desbordada por la luz
de una nueva aurora.
Y hay colores nuevos
repintando la vida
que resurge como volcán
de contenida lava,
fuego primigenio de aflora
a ras del cielo y a deshora.
Luces y sombras
que me inundan,
que me ahogan
y son las mismas
que espanto de mis sueños
cada nueva mañana.
Y se disipan poco a poco,
mis miedos y pesares
aclarándose en mis lágrimas
y renacen de tu mano
los deseos y los sueños
que a medias pintamos
en un lienzo en blanco,
abriendo una nueva ventana
al amor y a la vida,
a la eternidad,
que es ya nuestra morada.

*************
****

CARMEN
(13 de marzo del 2012)

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lunes, 12 de marzo de 2012

LOS SUEÑOS


LOS SUEÑOS

Hoy mis sueños se volvieron mariposas
que aletean entre mis dormidas manos.
Fragilidad de una vida vivida
entre esperanzas rotas y dioses
que se sustentaban en pies de barro.

Hoy mis sueños se pintaron de colores,
risas que brotan desde mi alma
renacida en luz de nuevos amaneceres
donde sólo existes tú, puro amor,
que me ayudas a crecer en la vida y me haces libre.


Karmen
(13 de marzo del 2012)


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jueves, 8 de marzo de 2012

POESIAS DEDICADAS A LAS MUJERES


Oleo de
Nathalie Picoulet


CASIDA DE LA MUJER TENDIDA


Verte desnuda es recordar la Tierra.
La Tierra lisa, limpia de caballos.
La Tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata.
Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que busca débil talle
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la luz de su mejilla.
La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con espada fulgurante,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.
Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.



FEDERICO GARCIA LORCA





"Rostro Mujer Hermosa"
Dibujo de Nathalie Picoulet




ES LA MUJER DEL HOMBRE LO MAS BUENO


Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.


Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualo,
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.


Ella nos da su sangre, ella nos cría,
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.


Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.



LOPE de VEGA




"Les Bras Croisés" (Détail) 
Nathalie Picoulet


LAS MUJERES HERMOSAS SE PREGUNTAN...


Las mujeres hermosas se preguntan
Dónde radica mi secreto.
No soy linda o nacida
Para vestir una talla de modelo
Mas cuando empiezo a decírlo
Todos piensan que miento
Y digo,
Está en el largo de mis brazos,
En el espacio de mis caderas,
En la cadencia de mi paso,
En la curva de mis labios.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.


Ingreso a cualquier ambiente
Tan calma como a ti te gusta,
Y en cuanto al hombre
Los tipos se ponen de pie o
Caen de rodillas.
Luego revolotean a mi alrededor,
Una colmena de abejas melíferas.
Y digo,
Es el fuego de mis ojos,
Y el brillo de mis dientes,
El movimiento de mi cadera,
Y la alegría de mis pies.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.


Los mismos hombres se preguntan
Que ven en mí.
Se esfuerzan mucho
Pero no pueden tocar
Mi misterio interior.
Cuando intento mostrarles
Dicen que no logran verlo
Y digo,
Está en la curvatura de mi espalda,
El sol de mi sonrisa,
El porte de mis pechos,
La gracia de mi estilo.
Soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.


Ahora comprendes
Por qué mi cabeza no se inclina.
No grito ni ando a los saltos
No tengo que hablar muy alto.
Cuando me veas pasar
Deberías sentirte orgullosa.
Y digo,
Está en el sonido de mis talones,
La onda de mi cabello,
La palma de mi mano,
La necesidad de mi cariño,
Por que soy una mujer
Fenomenalmente.
Mujer fenomenal,
Esa soy yo.


MAYA ANGELOU



Pastelliste
Nathalie Picoulet


MUJER

¡Mujer!... Redoblas la luz de la mañana
cuando tus ojos se posan por la ventana,
un camino de jazmines te dan la bienvenida
más tu voz sublime es la que perfuma el día.


De Dios eres la creación más espléndida,
naturaleza maternal, intuitiva y delicada
¡Mujer! Que emanas amor en cada mirada,
das pasos firmes con la fuerza de tu alma.


Recreas el paraíso en la totalidad del ser,
la sensibilidad la tienes a flor de piel,
abrazas tierno al universo en el corazón
¡Mujer! Estás hecha de esperanza y fe.


En esta hora mi canto lleva tanta alegría
¡Mujer! Continúa siendo ejemplo de vida,
construye tus anhelos, teje hilos de plata,
el destino será aquello que besas con calma.


MARIELENA RONDINEL

 

Pastelliste
Nathalie Picoulet


LA MUJER QUE CAMINA


La mujer que camina delante de su sombra.
Aquella a quien precede la luz como las aves
a las celebraciones del solsticio.

La que nada ha guardado para sí
salvo su juventud
y la piedra engarzada de las lágrimas.

Aquella que ha extendido su pelo sobre el árbol
que florece en otoño, la que es dócil
a las insinuaciones de sus hojas.

La mujer cuyas manos son las manos de un niño.

La que es visible ahora en el silencio,
la que ofrece sus ojos
al animal oscuro que mira mansamente.

La que ha estado conmigo en el principio,
la mujer que ha trazado
la forma de las cosas con el agua que oculta.


BASILIO SANCHEZ

MANOS DE MUJER

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MANOS DE MUJER

Manos de mujer creadoras de vida,
dadoras de paz y alegria.
Manos que soportais el peso del mundo,
siempre dispuestas a la ayuda,
siempre unidas en la súplica.
Manos de mujer que sois
madre, hermana,
novia, esposa,
enfermera y confesora.
Manos que apaciguais la furia,
la amargura del doliente.
Manos de mujer nunca valoradas,
hermosas, delicadas,
con arrugas de mil dias.
Casi siempre ignoradas,
muchas veces malqueridas.
Manos de mujer que se unen al grito
de "Hoy es el día".
Manos de mujer unidas,
manos blancas,rojas, negras y amarillas.
Formemos una cadena,
unamos nuestras manos y nuestras fuerzas,
rompamos los grilletes que desde siempre
nos atan y esclavizan.

¡FELIZ DIA DE LA MUJER!


CARMEN

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MI CARTA ABIERTA A TODAS LAS MUJERES

Hoy se celebra el día de la mujer y he querido rescatar del olvido algo que escribí hace unos años tal día como hoy. Es una carta abierta a todas las mujeres del mundo.

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MI CARTA ABIERTA A TODAS LAS MUJERES

Madrid, a 8 de Marzo del 2008


Esta es mi carta abierta a todas las mujeres que me leéis:

Queridas, madres, hermanas, amigas... dicen que este es nuestro día y así quisiera sentirlo... NUESTRO.

Pero pienso que: ¿por qué nuestro valor sólo se ha de reconocer un sólo día, quizás los demás días del año dejemos de ser mujeres y por tanto dejan de considerarnos.? Creo que aún nos queda mucho que andar para ser reconocidas como iguales y en nuestra mano está el hacernos oír, pero no sólo un día... todos los días.

Quedan bonitos todos los artículos de prensa, todos los derechos que nos proclaman iguales, pero mirando el día a día, se siente una tan sola e indefensa...

Me gustaría desde mi humilde persona, pediros que toméis conciencia de vuestras personas amigas mías. Que aprendáis a valoraros en la medida de lo mucho que valéis. Que penséis que nadie, nadie tiene derecho alguno a ignoraros, vejaros, humillaros. Que aquel que levanta la mano contra una sola de nosotras, no merece ser tratado como a un ser humano. Que somos el sostén del mundo, su fortaleza y su base. Que tenemos los mismos derechos y debemos exigir las mismas oportunidades. Que sin nosotras, el mundo hace tiempo hubiese dejado de existir.

Pero esto no se consigue con un día de fiesta, con un día que parece nos prestaron para conformarnos y conciliarnos con nuestra condición de personas.

¡¡SOMOS PERSONAS!!

Y como tal debemos exigir el mismo trato durante todos y cada uno de los días de nuestra vida. Porque aportamos la Vida, porque mantenemos esa Vida, porque somos el refugio donde ellos encuentran la Paz, porque les conciliamos con el mundo, porque nuestro trabajo dentro y fuera de los hogares no tiene fin, ni días libres, ni salarios. Porque somos madres, amantes, esposas, hermanas, confesoras de debilidades, enfermeras.... y tantos y tantos oficios más en una sola persona.

Debemos aprender a levantar la voz al unísono, que se nos oiga como una sola voz. Debemos decir alto y fuerte que no somos ESCLAVAS, que somos compañeras de camino y como tal, exigimos el mismo trato y condición. Debemos así mismo pensar en aquellas mujeres a las que se les ha negado todo, las que viven sometidas, las que no tienen voz, las que lloran en silencio, las que ocultan su condición bajo el yugo de un burka, las que son lapidadas porque... "ya no me gusta"... "porque ya no vale", las que lloran de impotencia mientras sus criaturas mueren en sus brazos.

Ninguna mujer merece sufrir ni derramar lágrimas causadas por la intransigencia de los que se creen dueños y señores, de aquellos que no se dan cuenta de cuan diferente seria la vida si dejáramos de tener paciencia y nos reveláramos.

Por todo esto, COMPAÑERAS, AMIGAS, desde mi condición de mujer, os conmino a que os levantéis y os unáis en un grito unámime. Gritar conmigo cada dia:

¡SOY MUJER!

Y

¡ME SIENTO ORGULLOSA DE SER MUJER!



Carmen

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miércoles, 7 de marzo de 2012

LA LEYENDA DEL TIEMPO (Un proyecto antiguo)

Cuando mi hijo me lanzó al ciberespacio, andaba medio perdida y sin saber bien qué hacer con mi vida. Un día un amigo me animo a escribir. Me dio tres palabras: Tiempo, Tu y Leyenda... Me dijo que contara una leyenda que hablara del tiempo con mis sentimientos y así nació un proyecto que más tarde quedo en el olvido.

De aquel proyecto sólo guardo los tres primeros capítulos. Había más... pero esos quedaron en la vuelta de algún recodo en el laberinto del tiempo transcurrido.





LA LEYENDA DEL TIEMPO
(17 de febrero del 2006)

SUEÑOS


Invéntate un sueño, me pediste.
Un lugar inexistente donde
Perderte para siempre y ser feliz.
Invéntate un sueño, me dijiste,
Y yo puse a navegar mi barca,
Desplegué sus alas blancas
Y rumbo al horizonte leve su ancla.

Inventé un mundo de sueños
Echo expresamente para mí.
Y navegué en un mar sin olas
Hacia playas desconocidas…
Y otras gentes, otras vidas,
en el pasar de los días descubrí.
Pero mi alma seguía sola,
Sola y vacía sin ti.


CAPITULO I



“ Y en aquel lugar que sólo existía en la mente de un soñador; habitado sólo por seres que apenas eran sombras, comenzó la verdadera historia de la leyenda del tiempo...”

Al principio no había nada, sólo un anciano que miraba al vacío. Al verme sonrió y me tendió una caracola de cristal. “Sopla, -me dijo- y cada vez que soples harás nacer un mundo como tu alma. Pero recuerda que el tiempo no es infinito. Y que tiempo es todo lo que vas a tener pero, a la vez, tiempo es todo lo que te va a faltar.”


Tomé la caracola entre mis manos y la observé. Era hermosa, delicada como los pétalos de una rosa recién nacida. Reflejaba en su belleza los rayos del sol de aquel amanecer como si de un espejo se tratase.


Es tan frágil -le dije-, a lo que él me contestó: “Frágil sí, como tus sueños, como la vida. Cuídala como a ti misma y serás feliz. Aprende a vivir el tiempo en el presente de cada día. No mires el ayer, ni lo que está aún por venir. Vive cada minuto como si no necesitases nada más para ser feliz.


Sopla la caracola y tus días se llenarán de magia y colorido… pero recuerda lo que te dije en un principio: El tiempo no es infinito. Y tiempo será lo que habrás de tener, pero, tiempo es lo que te ha de faltar.


Ahora, parte hacia tu destino. Deja aquí tu barca de velas blancas y ve a forjar tu sueño… Pero no esperes demasiado de los sueños… son pompas de jabón que nuestra ilusión forja desde la esperanza de nuestro ser.


Ve, tu sueño comienza en esta playa de arenas calidas, sólo morirá cuando la caracola deje de sonar en tus oídos y la risa no llene tu alma.”


El anciano se alejó de mí perdiéndose en la bruma que se adivinaba tras las dunas de arenas blancas, y yo quedé allí, en la orilla, sola… sola ante todo, sola como había llegado, sola ante la nada.


Las olas iban y venían en el continuo vaivén de mecer sirenas y el mar cantaba su canción dulce y esperanzadora. Mi mirada volvió atrás, hacia el perdido horizonte y no vio nada… Sólo el mar y un cielo gris e infinito.


¿Qué hacer, dónde ir…? Estaba tan perdida… Las lágrimas inundaron mis ojos y me dejé caer de rodillas con la hermosa caracola que el anciano me había entregado en mis manos; agarrándola con fuerza, como si fuese la última esperanza que me quedase, la última tabla de salvación a la que aferrarme.


Miré a mí alrededor… nada, no había nada a lo que agarrarme. Sólo el mar, la arena y un cielo gris y triste como yo. Quise terminar allí. Quise poner fin a aquella tortura, a aquel sin vivir. Poco a poco fui despojándome de mis ropas. Amontonándolas a mi lado sin saber muy bien porque.


Ya desnuda, deje que el aire acariciara mi cuerpo, revolviera mi pelo y se llevara conmigo las últimas lágrimas que derramarían mis ojos.


El mar me susurraba dulces palabras de olvido. Si pudiera olvidar…Si pudiera volver a comenzar… Poco a poco fui adentrándome en la profundidad azul de aquellas aguas, mientras a mi cabeza vino la imagen de una niña pequeña, hermosa y grácil en su dulzura, que me sonreía mientras lamía una piruleta.


Qué ironías tiene la vida, yo a punto de dejarme ir y mi mente mostrándome lo que debió ser y no fue… En fin… era una hermosa despedida; alcé la caracola inconscientemente entre mis manos y llevándola a mi boca soplé. Brotó de repente una melodía como de batir alas en el aire. En algún campanario inimaginado sonó una campanada.


Es la primera -pensé-, y me hundí en las heladas aguas.



CAPITULO II


Abrí los ojos saliendo de la bruma húmeda y helada que me envolvía. Mi cuerpo me resulto extraño aún antes de recuperar de nuevo la total conciencia. Vagos retazos de recuerdos olvidados; sensaciones que ahora se me antojaban tan ajenas…


Sentía mi piel tensa, por el efecto de la sal y el sol. Sacudí mi cabeza para despejar los últimos jirones de aquel sueño polvoriento y me puse de pie. Entonces sucedió algo extraño. De repente todo cambio a mí alrededor. El día se hizo más brillante, ya no era gris y las gaviotas revoloteaban sobre mi cabeza emitiendo sus chirridos desafinados. Me sentía ligera, pequeña…..Miré mis manos y quede pasmada, eran unas manos diminutas, aunque no del todo extrañas a mi persona.


¿Qué estaba pasando?, ¿qué había cambiado en mí?. Un caos confuso se apoderó de mí unos segundos. Voces alegres de niños, risas, juegos, llenaron mis oídos. Volví un momento la cabeza hacia el mar, más allá del horizonte infinito y por unos segundos la tristeza nubló de llanto mis ojos…. Una voz alegre y clara llegó a mí y me arrancó de mi suplicio.


- Dulce, vamos…. ¿qué estás mirando? Corre o llegaremos los últimos.


Con el dorso de mi mano libre limpie las primeras lágrimas que brotaban ya. En la otra, aun aguantaba la hermosa caracola que me diera el anciano. La alce unos segundos y dejé que le sol la iluminara, realmente era muy hermosa. Mi compañero de juegos se impacientaba a pocos metros de mi, me hacia señales para que fuera. Metí la caracola en el bolsillo de mi peto vaquero y le sonreí con dulzura.


- Ya voy, Damián, no te impacientes. Nosotros siempre seremos los primeros.


Y tras estas palabras, le cogí de la mano y corrimos hacia las dunas de fina arena. La mujer que había llegado a aquella playa…. La mujer triste que quería morir en las aguas heladas, ya no estaba, había desaparecido con la bruma del amanecer.


¡Volvía a ser yo, la pequeña y alegre Dulce de mi niñez! ¡Ya no importaba nada!


Y allí estaba Damián, mi compañero del alma. El gran amor de mi niñez.


Por primera vez en mucho tiempo me sentí viva, era feliz. No recordaba la última vez que me había sentido así.


Con mis primeros pasos de la mano de Damián, la mujer que era, la que fui, quedó totalmente olvidada.


- Vamos, impaciente –dije mientras mi mano aferraba la suya.

- Vamos, sí…. Llegaron los feriantes. –me dijo mientras no dejaba de mirarme.

- ¿Qué miras así, a caso tengo monos en la cara?

- No, miraba lo guapa que eres. Lo hermosa que estas cuando ríes.

- ¡Vamos, no seas bobo! ¡Con la prisa que tenias y ahora te paras!

- ¡Vamos, si!


Partimos hacia el ruido que producía la alegría desordenada de todos los niños. Yo de la mano de él y el de la mía. Damián era moreno, de piel dorada por el sol de aquellas playas, con unos enormes y luminosos ojos verdes como faros. No tendría aún los quince años. Alto y delgado como un junco. Yo era pequeña y grácil, una muñequita de pelo negro y ensortijado, de labios rojos y ojos del color de una tarde clara. Tendría apenas unos diez años. Siempre recordaba haber estado con él. Siempre juntos, unidos como hermanos, más que hermanos. Desde que a papá, que era médico le destinaran a aquel pequeño pueblo con playa, Damián se había convertido en mi sombra y yo me sentía tan unida a él que no sabría qué hacer si no lo tuviera cerca.


De repente mis pies se trabaron y caí estrepitosamente al suelo. Las lágrimas brotaron de mis ojos al lastimarme un pie en la caída. Damián, al darse cuenta de mi retraso, volvió atrás en sus pasos y arrodillándose a mi lado me abrazo con infinita ternura.


- Mi niña, mi pequeña muñequita…. ¿Te has hecho daño? – decía mientras limpiaba mis lágrimas con el dorso de su mano-. Vamos, levanta iremos más despacio.


Al levantarme comprobamos que mi pie se había torcido y apoyar sobre él el peso de mi diminuto cuerpo era un suplicio. Entonces Damián me cogió en sus brazos y me llevo a casa.


La visita a los feriantes quedaba así postergada.


Aquella noche, sentados en el porche de mi casa, mientras contemplábamos absortos las estrellas…Damián me dijo por primera vez que me quería. Apenas era un niño con su recién estrenada adolescencia y yo apenas era una niña que aún jugaba con muñecas, pero el mundo pareció detenerse en aquel preciso instante, mi mano aferró la suya, nos miramos a los ojos y ambos supimos que siempre sería así, aunque nuestras vidas nos llevaran por caminos diferentes.


Damián se inclinó de repente y me dio un beso en la mejilla antes de salir corriendo y lanzarme un hasta mañana. En algún lugar, en algún campanario lejano, volvió a sonar un reloj….. Es la hora segunda pensé, mientras mi madre venía a buscarme para llevarme a la cama.



CAPITULO III


La mañana amaneció esplendorosa. Por la ventana de mi cuarto penetraban los rayos del sol y su cálida tibieza inundaba de alegría mi alma. Con la arrolladora fuerza de la niñez me levanté de la cama y me vestí y calcé en un santiamén. Cuando salí del cuarto mi madre frenó mi carrera acogiéndome entre sus brazos.


- ¿Dónde va mi niña tan corriendo? Dame al menos un beso y ven a desayunar.

- Buenos días, mamá… ¿Dónde está papá?... Prometió que hoy me llevaría a pescar al puerto.

- Hoy no podrá ser, Dulce… A papá le llamaron ayer noche de la capital y ha salido muy temprano. ¿Cómo está tu pie?

- Mira, ya no me duele nada –le dije mientras le enseñaba el pie lastimado

- Ya veo que está curado del todo, eres increíble hija, increíble…. Anda, ve a desayunar. Adela ha preparado esos bollitos que tanto te gustan.


Con el corazón lleno de alegría me dirigí a la cocina, donde encontré a Adela sirviéndome ya la leche en el tazón blanco con florecitas que tanto me gustaba. Corrí hacia ella y poniéndome en puntillas le estampé un beso en su rolliza mejilla. Adela era la madre de Damián y la persona a la que yo más quería después de mis padres, se había quedado viuda un año antes de que mis padres llegasen destinados a aquel pueblo y había entrado a nuestro servicio desde el primer momento. Ella había sido quien me había criado, pues cuando llegamos allí apenas contaba yo con unos meses de vida y mi madre andaba delicada de salud, con lo cual, Adela era como mi otra madre. Ella y Damián, vivían en la pequeña casita que había junto a la nuestra y eso había favorecido que Damián y yo fuésemos inseparables.


- ¿Dónde está Damián?

- Damián ha bajado a la plaza a buscar el correo, niña… Anda, desayuna antes de que se enfríe la leche. Mira, te hice tus bollitos favoritos.

- Adela, eres la mejor.- Le dije mientras estampaba un nuevo beso, sonoro y húmedo en su cara.

- Anda, zalamera….. desayuna. –Fue su respuesta entre risas.


Me senté a la mesa subida en la alta banqueta de mimbre y me dispuse a devorar aquellos pastelitos que tanto me gustaban. Me sentía bien, el día era precioso y pronto volvería mi querido amigo y juntos nos iríamos a correr mil y una aventuras.


Después de desayunar, pensé en esperar a Damián sentada en el atrio de la casa mientras miraba aquel libro de cuentos que papá me había traído hacia unos meses de su viaje a la capital. Damián me lo había leído muchas veces a su manera, mientras escenificaba lo que leíamos y a mí me encantaba mirar aquellas imágenes de princesas encantadas y príncipes maravillosos.


Estaba ensimismada mirando una imagen donde un príncipe, arrodillado, tomaba la mano de una hermosa princesa cuando por fin regreso Damián.


- Hola Dulce… ¿Qué haces?

- ¡Damián!.... mira…. Este príncipe se parece a ti…. Pero yo no soy esa princesa…. Yo no soy rubia, soy morena.

- ¡Boba!.... Yo no puedo ser ese príncipe, mi princesa tiene el pelo negro como la noche y se llama Dulce.


Y diciendo esto, Damián me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla y sentí que si….que sería mi príncipe.


- Dulce…. Voy a pescar al puerto… ¿Quieres venir?

- ¡Claro!.... vamos.- dije cogiéndome de su mano.

- Anda, ve a coger tu sombrero, hoy hará calor.- me contestó mientras se reía.


Y entre risas y carreras nos dirigimos al puerto donde ya los otros niños se encontraban lanzando sus cañas al agua entre bromas, chistes y gritos.


Hacia el medio día, regresábamos a casa con nuestro preciado botín. La pesca se había dado bien y llevábamos en el pequeño cubo de color rojo una gran variedad de pececillos. Seguro que papá los haría en la tarde en la barbacoa que teníamos en la parte trasera de la casa y nos contaría una de sus aventuras de cuando salía a pescar a alta mar con sus amigos.


Mamá y Adela se encontraban en la cocina, atareadas con la comida y hablaban entre ellas en lo que me pareció un código secreto de aquellos que usaban los agentes secretos de las películas que ponían en el matinal de los sábados en el cine del pueblo.


Al parecer, Rosita… la hija de la panadera, había tenido algún tipo de problema con su novio y habían suspendido la boda que era justo el próximo domingo; con la ilusión que me hacia cantar en su boda. Lo que no lograba entender era cual había sido la causa del problema y cuando le pregunté a mamá que era lo que sucedía, esta me mando a asearme para comer. Así, se libro de mis preguntas.


Salí de la cocina y en el pasillo le pregunté a Damián que era lo que sucedía.


- Son cosas de mayores, niña. Parece que al novio de Rosita le cogieron con otra mujer y Rosita ya no quiere casarse.

- Tú nunca me harás eso verdad, Damián?

- Jamás, jamás te abandonaré.


Y zanjada aquella cuestión, nos dispusimos a prepararnos para comer. Papá no llego a la hora de la comida, por lo que comimos en la cocina, con Adela y Damián.


Después de la comida llegó a tediosa hora de la siesta. ¡Cómo odiaba aquella hora en la que mamá me mandaba a mi cuarto y me obligaba de permanecer en mi cama.! Yo no quería dormir… nunca tenia sueño. Me dedicaba entonces a hojear mis cuentos de múltiples colores y a dejar volar mi fantasía imaginándome mil y una aventuras que irremediablemente me conducían al sueño, del cual solía despertar varias horas después toda sudorosa.


Sin embargo, aquella tarde fue diferente. Rápidamente caí en un pesado sueño y varias horas después aún no había despertado. Mamá, extrañada de no escuchar mis protestas y mis impacientes preguntas sobre si ya era hora de levantarse, fue la primera en pensar que algo me sucedía.



........ Bueno, hasta aquí lo que tenía guardado. Ahora debería poner aquello de........



CONTINUARÁ...


... O tal vez no....


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